Cae en mis manos el boletín Aragón Universidad y en la tercera página leo que “la Universidad de
Zaragoza reducirá en un 20% el precio de la matrícula de la mayoría de los
másteres”. Al fin –pienso- la llegada de Lambán
a la Presidencia
de la Comunidad Autónoma
de Aragón ya va dando sus frutos. Pero un poco más abajo se señala que la reducción se aplicará a los másteres no habilitantes, los que no son necesarios para
ejercer. Mi gozo en un pozo. Y esas declaraciones las hacía el socialista,
aupado al Pignatelli con los votos de Podemos, en la jura de cargo del nuevo
rector, José Antonio Mayoral, el
pasado 25 de mayo. En resumidas cuentas, que los másteres habilitantes, como el
que tuvo que hacer mi hijo para poder impartir clases de Física y Química en un
instituto de Segundaria no tendrán tales beneficios. ¿Para qué sirve un máster no habilitante? Demagogia pura y
dura. En la página anterior hay una colaboración de Javier Barreiro, Elegía de
los gatos urbanos, interesante. Señala Barreiro que ya no se ven gatos en
los tejados urbanos y que sucede algo parecido con los gorriones de canalera.
Esas cosas pasaban en el Madrid sitiado. Los gatos se los comían, también los
gorriones que caían en los cepos. Pero aquello era explicable. Había verdaderos
maestros en la captura de todo lo que pudiese servir para echar a la cazuela.
Las lentejas, esas píldoras del doctor
Negrín, llegaron a ser un auténtico lujo. De hecho, nadie abandonaba las
filas para adquirir algo de comida aunque las bombas fascistas estuvieran
explosionando a pocos metros de distancia. Se llegaron a hacer tortillas con
mondas de naranja, chorizo de miga de pan con pimentón o merluza que no era
cosa distinta que rodajas de cebolla rebozadas
y fritas en un aceite infame. Los madrileños tuvieron que aprender la
universidad de la vida y a hacer másteres no habilitantes a base de
estrujarse el magín. Lambán, en vez de dedicarse a hacer demagogia con los
másteres, podría explicar a los zaragozanos la “movida” de Acciona descubierta en la trama de Plaza, donde afloran las deyecciones como en una fosa septica.
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