domingo, 3 de diciembre de 2017

La sima del olvido




Conservo un librito, “Otras lecciones de cosas”, de Joaquín Pla Cargol, que me encanta releer. Es una edición en cartoné  (Ed. Dalmáu Carles, Pla, Gerona, 1935) con 150 grabados. Parece increíble cómo en apenas 200 páginas se puede escribir de microbios, volcanes, la navegación submarina, la radiotelegrafía, los tiempos cosmogónicos, etcétera. Por ejemplo, sobre los dirigibles, se hace referencia a la importantísima línea Sevilla-Buenos Aires, servida por zeppelines que realizaban el viaje en poco más de 3 días. Y al referirse a las razas humanas, se señala que “la raza negra tiene el color negruzco-azulado, los labios muy grandes y prominentes, la nariz exageradamente ancha, cabello negrísimo, ensortijado, y pómulos muy salientes”. Descrito de esa manera, da la sensación de que se estuviera refiriendo al fantasma de Los Monegros. En fin, “Otras lecciones de cosas”  es como la continuación de “Lecciones de cosas”, aquel manual pedagógico de principios del siglo XX tan socorrido en las ayudas a educandos. Según Juan Carlos Delgado Madrid (ABC, 18/01/2008) el libro “Lecciones de cosas” (predecesor de “Otras lecciones de cosas”) “fue compañero de los trabajos y los días de la infancia y de los maestros. Detrás de cada página había un intento de iniciar a los pequeños lectores en numerosos conocimientos y despertar la observación, la intuición y la invención por medio de la iconografía”. Estos días de frío viene bien repasar esos libros que duermen en una repisa llenos de polvo y olvido, junto a la edición encuadernada de “Gente Menuda” (hasta junio de 1936), “El Tesoro de la Juventud”, algunos libros de asuntos regionales en su día donados por las cajas de ahorro a cambio de ingresar algún dinero en la cartilla, unos viejos tratados de contabilidad de León Batardón y algunos ejemplares de “La Novela Corta” con escritores de la talla de Zamacois, Cansinos Asens, Álvaro de Retana, Emilio Carrere, José Francés..., este último hoy tan olvidado. Ya pocos recuerdan a ese funcionario de Correos que a veces firmó con el seudónimo de Silvio Lago, que obtuvo el Premio Nacional de Teatro en 1948 con su tragedia “Judith: tragedia en seis jornadas”; que por ironías del destino nunca se representó en un escenario.

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