Las señales del agente de la autoridad prevalecen por encima
de las señales de tráfico. A mi entender, Miguel
Ángel Revilla no ha cometido ninguna infracción de tráfico el pasado 24 de
diciembre, al obedecer las indicaciones de un agente. En consecuencia, los
insultos recibidos por un grupo de
ciudadanos que se encontraban en una zona de bares de Puerto Chico, en Santander, están fuera
de lugar. Izquierda Unida de Cantabria señaló al respecto que “vivimos el
bochorno de ver cómo tienen que ser los propios ciudadanos que estaban en
ese momento en Peña Herbosa los que informen al presidente de Cantabria de
cuáles son las normas de circulación”. De cualquier manera, Revilla, al que
tengo por hombre inteligente e íntegro, debería entender que esos gritos
intempestivos por parte de determinados energúmenos que se estaban bebiendo
hasta el agua de las macetas, entra dentro del sueldo. Quizás aquellos tipos
que le gritaban “¡que sople!, “¡que sople!” y “¡payaso!” preferirían el regreso de Juan Hormaechea, el hombre que
tiene el dudoso honor de haber sido el presidente de una Comunidad Autónoma
condenado por delitos cometidos en el ejercicio de su cargo. Si la memoria no
me falla, en 1994 el Tribunal Superior de Justicia le impuso una pena de seis
años y un día de prisión y siete de inhabilitación por un delito de
malversación de caudales públicos y a otros siete años de inhabilitación por un
delito de prevaricación. Pero tuvo la suerte de que el Gobierno presidido por Felipe González le concediese el indulto
en 1995 aunque Hormaechea mantuviese su inhabilitación durante 14 años. Que yo
sepa, Miguel Ángel Revilla, secretario general de Partido Regionalista de
Cantabria, es actualmente el más alto representante del Estado en esa región
española y merece respeto y consideración. Es el político que más está haciendo
en beneficio de su Comunidad, como lo demuestra la difusión del Año Jubilar
Lebaniego, donde invita a los turistas de todo el mundo a participar en un
montón de actividades en el Valle de Liébana, un paraje rodeado de montañas
donde se ofrecen al visitante platos como el
contundente cocido lebaniego y productos
como los embutidos de jabalí y venado, la miel, el licor de orujo y el queso azul Picón Bejes-Tresviso
con Denominación de Origen.
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