martes, 26 de diciembre de 2017

Quejarse por chorradas





Aquí ya va siendo hora de poner cada cosa en su sitio. Sabido es que todavía quedan grupos de Policía Nacional y de la Guardia Civil desplazados en Barcelona y alojados en el barco Rhapsody y en el ferry GNV Azurra. Son unas fuerzas de retén que permanecen alertas “por si acaso”. Por si acaso, qué. Y buena parte de ese contingente de funcionarios se indignó, según cuenta El Español, de la cena de catering servida en la Nochebuena: croquetas, espaguetis con mejillones, pescado rebozado, tres panecillos y una botella de agua mineral. ¿Qué esperaban? “A muchos de esos funcionarios públicos –sigue comentando ese periódico digital—les pareció una falta de respeto por parte de las autoridades y renunciaron a la cena, buscando otro lugar donde celebrar esa fecha y pagándolo de su bolsillo”. Esa cena ofrecida, que a mí me conste, la pagábamos todos los españoles con nuestros impuestos. El menú, por otro lado, se me antoja mucho más digno que el que el que pudieron tomar esa noche, pagándoselo de su bolsillo, muchos españoles que siguen siendo pobres a pesar de tener trabajo. ¿Acaso las croquetas, los espaguetis con mejillones, el pescado rebozado y el correspondiente postre constituye en su conjunto un menú indigno para unos servidores públicos destacados en lo que entienden como “tierra hostil”? El Español sigue contando que “el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, ha ordenado este martes a primera hora que se abra una información reservada para determinar las posibles responsabilidades tras las quejas recibidas”. En esta vida todo tiene remedio menos la muerte. Si a los guardias desplazados en Barcelona para mantener el orden público no les gusta dormir en camarotes ni la comida que reciben a bordo de esos barcos, se les puede alojar en Hotel Majestic, en pleno Paseo de Gracia, que cuenta con dos restaurantes elegantes, bar con música en directo, terraza con piscina y vistas privilegiadas. Todo ello se puede pagar sin ningún tipo de problema con dinero público; ya que, como dijo la ministra de Cultura, Carmen Calvo Poyato, “el dinero público no es de nadie”. Habría que recordarle a esos servidores públicos, que se quejan por chorradas como si fuesen escolares, que peor comieron los presos del barco “Alfonso Pérez”, atracado en la bahía de Santander, donde fueron a parar mi abuelo y mi tío abuelo por el “delito” de mantener sus ideas. Si no les gusta su trabajo, que se dediquen a escardar cebollinos. Conque tonterías, las justas.

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