Don Germán
Hacía
tiempo que no veía a Germán López Sampedro. Un día
primaveral de 1997, paseando por el zaragozano Parque del Tío Jorge, me lo
encontré y le saludé. Quedamos en que nos veríamos más veces. Aquel hombre tenía
la sabiduría y la humildad de siempre. Don Germán había ejercido el magisterio
durante muchos años en Cervera de la Cañada,
y cuando terminaba sus clases montaba en su “Platero”, una lambretta, y regresaba a Calatayud, donde también impartía clases
de Matemáticas en una academia. Siempre de chaqueta y corbata, del bolsillo superior de su americana asomaba
un lapicero y una regla de cálculo. Posteriormente ejerció de profesor de Geografía
e Historia en el I.S. “Miguel Servet” de Zaragoza. Lo que nunca conocí fue su
faceta literaria. Un día me enteré que había fallecido. Alguien me contó que
por un lapsus de memoria había estado varios días perdido y sin saber dónde se
encontraba. Falleció tres días más tarde. Hoy, Antonio Sánchez Potero, en Facebook,
me ha vuelto a traer a la memoria su recuerdo. Don Germán, aunque ya digo que
no lo sabía, había colaborado en diversas publicaciones. Y hoy sábado, a un mes
de la Nochebuena, Sánchez Portero lo recuerda por su colaboración en la “Guía de la ciudad monumental de Calatayud”,
que don Germán llevó a cabo al alimón con Gonzalo
M. Borrás Gualís en una edición facsímil de 2002 y publicada por el Centro de Estudios Bilbilitanos. Don
Germán, lo supe después, colaboró intensamente en publicaciones colectivas: “Calatayud”,
en el Diccionario Geográfico de España;
“Para la carta arqueológica antigua del
término municipal de Calatayud”; “Los
musulmanes en la tierra del Jalón”; “La
avanzada del Masilón”… También colaboró en numerosas revistas: “El escudo de Calatayud”; “Sobre Noticia y antología de poetas
bilbilitanos”, etcétera. Don Germán fue un hombre bueno y amante de la
tierra que le vio nacer en 1934, en plena República. Siempre estará en mi
recuerdo. Merecería el nombre de una calle en Calatayud. Sería como una ramita de yerbabuena
en un vaso con agua de lluvia, o como el arranque de una mazurca arañada por la
aguja en el microsurco en tediosa tarde de domingo. Don Germán para mí siempre
será don Germán, o sea.
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