Un
artículo de hoy, publicado en El Mundo,
debería hacer reflexionar a la Casa Real. Eduardo
Álvarez, bajo el epígrafe “El Rey Juan Carlos y Salman, la foto de la
vergüenza”, profundiza en lo acontecido en el Gran Premio de Fórmula Uno de
Abu Dabi donde coincidieron en la misma tribuna Juan Carlos de Borbón, su hija Cristina
y el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed
ben Salman que, según la CIA, ordenó el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. Cuenta Eduardo
Álvarez: “Don Juan Carlos ha mantenido a lo largo de su reinado una relación
muy estrecha con las familias reales árabes que ha resultado muy beneficiosa
para los intereses de España. Eso es algo que cabe reconocerle. Pero si abdicó
la corona porque varios escándalos echaron por tierra la imagen de ejemplaridad
que debe tener un Rey, no es de recibo que ahora que su hijo y sucesor, Felipe VI, está intentando reflotar el
prestigio de la institución monárquica, él actúe con esta frivolidad
tan irresponsable. El Rey Emérito está obligado a guardar ciertas formas y a
tener visión de Estado y sentido de la oportunidad. Y desde luego ahora mismo
no es oportuno fotografiarse con el heredero saudí en un acto de estas características.
No ayuda nada así a la Corona”. Son demasiados errores. Hace 40 años, antes de
concluirse y votarse la actual Constitución (que dentro de unos días
conmemorará su cuadragésimo aniversario), debería haberse preguntado a los
españoles sobre la forma de Estado que deseaban. Pero se prefirió optar por
aplicar los deseos de Franco. Y los Padres de la Constitución ataron
aquellos deseos al modo en el que Gordio
ofreció su carro al templo de Zeus y ató la lanza y el yugo con un
nudo que nadie supo desatar.
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