Una
noticia aparecida en la prensa me llena de estupor. En la reciente historia de
España fueron cinco los presidentes de Gobierno asesinados: Juan Prim, en la madrileña calle del
Turco en 1870; Antonio Cánovas, en
el balneario de Santa Águeda (Mondragón) en 1897; José Canalejas, junto a la librería San Martín, en la Puerta del
Sol, en 1912; Eduardo Dato, cerca de
la Puerta de Alcalá, en 1921; y Luis
Carrero, en la madrileña calle de Claudio Coello, en 1973. Lo intentaron con Antonio Maura, que fue apuñalado con un cuchillo de cocina por Joaquín Miguel Artal frente a la
iglesia e la Merced, en Barcelona, cuando rodaba en coche descubierto el 12 de
abril de 1904. Un año antes, en abril de
1903, había sido elegido presidente del Consejo de Ministros (entonces se
llamaba de ese modo a los presidentes de Gobierno) Francisco Silvela. Pero en diciembre de ese año dimitió. Le sustituyó
Maura, que dimitió en diciembre de 1904. Le sustituyó Marcelo de Azcárraga, que apenas duró un mes en el cargo. Así, en
enero de 1905 le sustituyó Raimundo Fernández Villaverde, que
convocó elecciones generales ocho meses más tarde. Ahora la sorpresa la ha dado
un vecino de Tarrasa, Manuel M.S.,
detenido por los Mossos d’Escuadra. Se trata de un vigilante de seguridad que
conservaba en su domicilio todo un arsenal de armas cortas y largas. Pretendía vengarse de Pedro Sánchez
por su deseo de exhumar a
Franco en Cuelgamuros.
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