viernes, 14 de junio de 2019

Veranos en Lugo



Cuando yo era niño -recuerdo-todos los lunes me preguntaba don José, el maestro, por el color de la casulla del cura oficiante de la misa el día anterior. Era una manera de comprobar él si yo había o no escuchado la misa dominical, que entonces se oía sin que entendiera nada. Era en latín, de espaldas a los fieles y el monaguillo le contestaba al oficiante sin saber qué respondía. Por ejemplo, decía el cura: “Et introibo ad altare Dei” y el monaguillo, como un papagayo, recitaba de corrido: “Ad Deum qui laetificat iuventutem meam”.Y así, más de media hora que duraba el culto incluida la densa homilía. Pasados los años, pese a que no voy a misa salvo en situaciones ineludibles, como una boda de compromiso, o un oficio de difuntos, también con la ayuda de mi taco de los jesuitas de Bilbao  he conseguido descifrar algo sobre los colores de las casullas. Sé que con la fiesta de Pentecostés culmina el tiempo pascual y que a partir de mañana se cambia el color blanco por el color verde del Tiempo Ordinario y el cirio pascual se coloca en el baptisterio. Pero el color blanco también se usa en la Natividad, en Todos los Santos, y en algún  otro día suelto. El color rojo se usa en domingo de Pasión, Viernes Santo y domingo de Pentecostés. El rosa, sólo dos veces al año: el tercer domingo de Adviento y el cuarto de Cuaresma. El negro y el morado en misas de difuntos. Finalmente,  el azul, el día de la Purísima Concepción. También siendo niño –recuerdo- solía acudir en Lugo con mis abuelos a casa de una señora, la viuda de C., muy rica y que tenía oratorio en su domicilio, además de casullas, amitos, roquetes, etcétera, que guardaba afanosamente en un ropero especial, o sea, un armario empotrado con una serie de cajones. También había cálices, patenas, copones, navetas, campanillas…, hasta una custodia! Siempre me impresionó mucho aquel oratorio y aquella señora tan educada, por entonces ya nonagenaria. También el ascensor, sólo de subida,  estrecho, con espejo y asientos corridos laterales de terciopelo rojo. Ya no hay casas así, con armaduras completas en los recodos de los pasillos y doncellas de uniforme, cofia y guantes blancos. Por aquellas fechas de 1954 Lugo conmemoró el cincuentenario de la coronación de a la Virgen de los Ojos Grandes (acontecida el 15 de agosto de 1904) con gran pompa y devoción mariana. Estuve presente en el acto del cincuentenario en un balcón de la calle de la Reina. Fue el último verano que pasé en Lugo y pude caminar por sus murallas y siempre de la mano de mi abuela. Por traslado de mi abuelo, a partir del año siguiente cambiamos de paisaje y de paisanaje.

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