Lo que está aconteciendo entre Pedro Sánchez y Pablo
Iglesias me recuerda de alguna manera una película que vi hace ya un montón
de años, The servant, en el Cine Savoy de Barcelona. En aquel film,
basado en la novela de Robin Maugham
y dirigido por Josep Losey, un
intrigante y manipulador mayordomo consigue dominar la vida del señor al que
sirve aprovechándose de sus debilidades sexuales. En el caso de Sánchez e
Iglesias, el segundo pretende aprovecharse de la dificultad que tiene el
primero para ser proclamado presidente del Gobierno con el impulso de los
actuales 123 diputados socialistas. El último encuentro entre ambos, el de ayer, un día antes de que Sánchez se
marchase a una cita con el G-20 en Japón, ha sido la cuarta cita y el cuarto
fracaso. El osado Iglesias, que perdió 29 diputados en los últimos comicios
quedándose sólo con 42, pretende ahora que, proporcionalmente a esos resultados
obtenidos el pasado 28 de abril, pueda colocar a políticos de Unidas Podemos en
carteras ministeriales sin especificar preferencias. Primero: no son
suficientes 165 diputados para conseguir mayoría absoluta. Segundo: Otra
solución, aunque no parece posible por ahora, sería un pacto entre PSOE y
Ciudadanos, que sumarían 180 diputados. Y llegados a ese punto de desencuentro
afloran a la superficie las advertencias de Iglesias. Ha
pedido a Sánchez que se decida de una
vez por todas para configurar un gobierno “estable”, que le aclare cuál es
exactamente su posición y qué papel reserva para Unidas Podemos en el futuro
gobierno. Aquí el intrigante y manipulador mayordomo amenaza con no favorecer
la investidura de Sánchez. Sería la segunda vez que lo hace. La respuesta de
Sánchez a ese pedigüeño podría haber sido contundente: “Mira, muchacho, no te
me pongas gallito. Ten por seguro que si fuésemos a nuevos comicios por no
poder formar gobierno, tu partido morado posiblemente desaparecería del mapa
político dada la deriva que lleva. Conque mejor será que vuelvas a La Navata,
te pongas el pantalón corto de cretona estampada e intentes capar gamusinos con
alicate. Es actividad campechana que amansa mucho los vigores. Tu partido político,
como los tacones cubanos sobre zapatos de charol, los jazmines en el ojal y el fox-trot, ya infunde poco rendibú, o sea”.
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