martes, 18 de junio de 2019

Evitar el síndrome del salmón



Mucho criticaron los ciudadanos la entrada de Vox en el Parlamento andaluz y no menos,  las posteriores alianzas del tripartito de la derecha para poder gobernar municipios y nombrar alcaldes. El actual empeño de Iglesias en entrar en el Gabinete de Sánchez también nos tiene desconcertados. Ciertamente, el PSOE necesitará pactar con otras fuerzas políticas  para lograr la investidura de alguien que consiguió echar del Gobierno a un Mariano Rajoy abrumado por la corrupción de su partido. El PSOE cuenta, como digo, con 123 escaños y necesitará ayudas. Pero no será necesario, a mi entender, que Sánchez se doblegue ante un partido, Unidas Podemos, en clara regresión y que en los últimos comicios perdió 29 diputados, quedándose sólo con 42. La suma para obtener mayoría absoluta no sale ni de coña. Si Vox equivale a la ultraderecha, Unidas Podemos se corresponde con la ultraizquierda. No gusta. Tampoco se entiende muy bien en qué consistirá eso de la “colaboración preferente” a lo largo de la XIII Legislatura. Ahora sabemos que la reunión de ayer entre Sánchez e Iglesias no fructificó. Fuentes socialistas anunciaron tras la entrevista que tienen “posiciones muy alejadas”. Iglesias, por el contrario, entendía que “no le importaba el nombre, pero que para él la presencia de personas de su formación se daba por sobreentendida”. ¿Acaso gustaría a los votantes del PSOE la presencia de Iglesias en el nuevo Gabinete? Entiendo que no. La estampa de un grupúsculo rompedor crearía, por otro lado, una gran desconfianza a los amos del dinero. Los más viejos del lugar todavía tienen fresco el azaroso mitin de Largo Caballero en Linares, el 20 de enero de 1936: “... la clase obrera debe adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo, y como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la Revolución”;  u otro anterior, de febrero de 1933: “Si no nos permiten conquistar el poder con arreglo a la Constitución… tendremos que conquistarlo de otra manera”. Sánchez no debe padecer el “síndrome del salmón”, es decir, nadar contra corriente y tomar decisiones política imprevisibles y alejadas de los centros oficiales. Tampoco deberá tener un gabinete en la sombra horadando como una termita. Para tranquilidad de los ciudadanos, eso de la “colaboración preferente” con Unidas Podemos debería ser matizado por el aspirante a presidir el Gobierno.  El Ejecutivo  que está por venir deberá estar presidido por la transparencia y el respeto a los ciudadanos.  La ley del silencio siciliano, la omertá, podría llevarnos al borde de un cantil que nadie desea.

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