lunes, 17 de junio de 2019

Sacudiendo cascabeles



Como nos recordaba Américo Castro, “de no haber existido conversos e Inquisición, no existirían “La Celestina, la poesía de fray Luis de León, la obra de Góngora, la de Cervantes y muchas otras extraordinarias realizaciones”. Y ese profesor añadía líneas más abajo que “la subordinación de la cultura secular a la religiosa impidió a los españoles incorporarse al curso de la civilización europea”. Desde el siglo XVI, a medida que avanzaba éste, fue desculturalizándose  Castilla. Decía Castro: “Se acabaron las matemáticas, dejó de estudiarse a Copèrnico en Salamanca. La física de Aristóteles se juzgaba cristiano-vieja, mientras la física de Galileo y Newton era calificada de judaica. Un científico de la talla de Jorge Juan todavía tuvo que escribir que el planeta Tierra no se movía y hubo que esperar a 1900 y al conde de Romanones para que el Estado, y no las provincias, pagasen a los maestros de escuela”. Con esos adobes, comprenderán lo difícil que resulta avanzar en España. Ahora descubrimos el poder que ejerce el tripartito de las derechas a la hora de formar gobiernos municipales. Como decía Pedro Arrojo, “el poder es sin duda la droga más dura: genera adicción rápidamente y oscurece la razón, pasándose de la euforia a la arrogancia para acabar en la imprudencia y el despropósito”. ¿Y que´ papel juega el clero? Ha estado invariablemente acostumbrado a adjudicar parcelas del Cielo a cambio de dinero. Esa Conferencia Episcopal, pedigüeña, parásita y gorrona dedica más dinero (me refiero al dinero recibido del Estado) al mantenimiento de una cadena de radio y otra de televisión que a favorecer a Cáritas. Son lo más parecido al alegre pit-pit, de plumaje azul turquí y negro, que se alimenta del néctar de las flores. Cada camarilla tiene sus leyes, y la más importante de esas leyes es que al enemigo ni agua. ¿Y los indecentes periodistas que  actúan de corifeos de políticos mediocres para seguir vendiendo papel?  Como se preguntaba Ovidio: “¿Cuántos más cascabeles tendré que sacudir / y besarle la frente, triste caricatura?”.

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