Hoy, 21 de enero, la Iglesia recuerda al santo Juan Yi Yun-li, nacido en 1823 en
Hongju, Chungcheong-do, al sudoeste de Corea, decapitado en 1867 y canonizado en Seúl por el papa Juan Pablo II el 6 de mayo de 1984,
durante su visita con atentado incluido a ese país, junto a otros 102
mártires. De Corea del Sur, el Papa siguió viaje a Papúa-Nueva Guinea, donde
beatificó a Peter To Rot, nacido en
1912 en Rakunai (Nueva Pomerania) y asesinado en 1945 durante la ocupación
japonesa en la Segunda Guerra Mundial, cuando ese catequista de 33 años,
entonces casado con Paula Ia Varpit,
fue asesinado por dos oficiales de la policía militar japonesa, Yoshinori Machida
y Gunto ayudados por un
médico militar que le inyectó una dosis
mortal de veneno tras negarse a dejar de catequizar y oponerse a la poligamia, que
pretendían instaurar los invasores de esa isla del Pacífico con la intención
declarada de los nipones de ganar la colaboración de los jefes de la aldea y de
la población local. Ambos, tanto el coreano Juan Yi Yun-li, como el papú Peter
To Rot, murieron “in odium fidei” y
la Iglesia Católica dejó constancia de ello.
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