sábado, 3 de febrero de 2024

Cornudos, la Máscara y demás zarandajas

 


Leo en diario El Progreso algo sorprendente. Resulta que la plataforma Ashley Madison está especializada en citas extramatrimoniales y cada año publica su listado de lugares más calientes, un mapa con un total de 20 localidades ubicadas a lo largo y ancho de la península ibérica. Sitúa a Lugo como la capital gallega donde más infidelidades se cometen y una de las ciudades de España punteras en el asunto de los cuernos, al figurar en el número once de su ranking. Encabeza la lista del pasado año Manresa, seguida de Gerona. Por detrás de esas dos ciudades aparecen Barcelona, León, Toledo, Granada, Lérida, Marbella, Madrid, Sabadell, Lugo, Santiago de Compostela, Valencia, Málaga, Salamanca, Tarragona, Fuengirola, San Baudilio de Llobregat, Castellón de la Plana y San Sebastián, en ese orden. Esos datos estadísticos le hubiesen venido como anillo al dedo al gallego Camilo José Cela a la hora de confeccionar “con orden y buena voluntad”  su “Rol de cornudos”  (Noguer, Barcelona, 1976), in memoriam de Charles Fourier (1772-1835). Tratadista que clasificó los cornudos de su tiempo; y de el Ilmo. Sr. Don Estanislao de la Sagra y Mascarete (1918-1976), alias Pijo Péndulo”. Ese rol, clasificado por orden alfabético, comienza con “cornudo abanderado” y termina con “cornudo zurupeto”. Sobre el primero de esa lista, cuenta Cela que es “aquel a quien le brilla el cornaje con rutilante brillar…”; y sobre el último, señala que “es especie litigante que procede por filias y fobias. […] Su muerte suele salir en la página de sucesos”. Entre medio queda un ramillete de cornudos de diverso pelaje y dignos todos ellos de mi respeto y consideración. Recuerda su autor en su preámbulo que, “según se señala en el Lothus-Matra, libro sagrado de los sidonios, al hombre le florecen los cuernos cuando comete el pecado de pensar”. Cualquiera puede ser víctima de la infidelidad de su pareja. El primer cornudo, según la leyenda, fue el rey Minos, hijo de Zeus, cuando su mujer, Pasífae, se enamoró del Toro de Creta y engendró con él a Monotauro, que solo comía carne humana y que, por su peligro, tuvo que ser  guiado hasta un laberinto construido por Dédalo para quitarle de en medio. El final del cuento señala que Minos entró en el laberinto y mató a Minotauro, escapando de aquel galimatías de difícil salida siguiendo el hilo de Ariadna.  Vamos, un lío. Hoy, la Iglesia celebra a san Blas, patrón de Ateca. Y allí cada año, desde el día anterior, los vecinos sacan a la calle La Máscara, personaje grotesco vestido contraje a rayas rojas y amarillas con cascabeles, portando un sable y la tapadera de un puchero para zafarse de las pedradas. Los chavales le insultan cuesta arriba, en el trayecto que condice hasta la ermita del santo, tratando de arrancarle a la Máscara esos cascabillos cosidos a la ropa. Ya en lo alto, todos se reúnen para entonar la canción “El puente de Alcolea”, con la siguiente letra: “En el puente de Alcolea / había un puchero roto, / le pegaron un balazo / y cayó del puente abajo. / Al pasar el río, / al pasar el río, / a mi tío Antón / le llegaba el agua, / le llegaba el agua, / hasta el calzón”. Ya saben el dicho: "Por san Blas, hora y más". Les deseo un feliz fin de semana.

 

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