Sólo tiene un año. La cara del único niño superviviente de la patera de Almería refleja estupor. Posiblemente, con el paso del tiempo, ese niño nunca recuerde la mayor tragedia de su vida. Es normal.
Hoy, tras el Consejo de Ministros, Rodríguez Zapatero ha volado hasta Rabat para entrevistarse con el rey de Marruecos. Evidentemente ignoro todavía el resultado de ese encuentro a esta hora de la tarde (18:30), aunque intuyo que entre otras cosas se pasará por alto una vez más el tema del Sáhara, de donde España salió vergonzosamente hace más de treinta años.
Hay que tener memoria de finales de octubre de 1975, cuando Laraki negociaba con Madrid, de la ineptitud de Cortina Mauri, del viaje relámpago de Solís a Marruecos, etcétera.
Una lata de sardinas, una ración de carne, un chusco de pan, agua y dos tazas de té fue el menú diario de aquellos "peregrinos" que caminaban juntos hacia la frontera. Y, ahora, Rodríguez Zapatero pretenderá, supongo, que los marroquíes hagan de guardianes de la puerta de Europa a cambio de dinero, de mucho dinero. ¿Cuánto dinero? ¿Durante cuánto tiempo?
La cara del niño superviviente de la patera llegada a Almería puede ser un fiel reflejo de cómo se vive en África. De un infierno que muchos desean dejar detrás aun a riesgo de fenecer en su intento.
1 comentario:
Amén, nada que objetar.
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