Hace ya años dejé escrito que Sevilla tiene luz, Sevilla
tiene aviones acharolados y limpios. Lo que ya no sabía es que a la Sevilla que yo no conozco,
larga es mi ausencia, le han puesto alfileres de colores, vestido de lunares y
sombrero de “tío Pepe”. Ay, mi niña,
lo que nos queda por ver. Monteseirín
llenó La Encarnación
de setas como si Sevilla fuese tierra de pitufos; y Zoido, que no es médico ni parece que padezca tercianas, ha puesto
ahora de gala el tranvía, perdón, el metrocentro,
para que la fiesta no decaiga. “Cuando al vuelo tu capote / pinta verónica al
trote / del toro en el redondel, /
parece la Maestranza
/ una academia de danza / o un cortijo de Jerez. / Y cuando la aguja del toro /
pinta el traje grana y oro / como ensartando un clavel, / en tus brazos
soñadores / alfileres de colores / un olé quieren coser”. Y en San Telmo, Susana Díaz intenta formar gobierno sin
aguja de marear. La antigua Escuela de Nautas y Mareantes y más tarde
residencia oficial de Antonio de Orleans,
parece hoy la barca de Caronte, que
pasa las almas de los muertos a través de las puertas del Hades. Ay un sí,
pero… tanto en Ciudadanos como en Podemos, que ponen como conditio sine qua non para sentarse a negociar que renuncien a su
aforamiento Griñán y Chaves, sobre los que la juez Alaya, que entiende sobre la causa de
los ERE en Andalucía, ya pidió en su día al Senado y al Congreso las
correspondientes certificaciones y que el PSOE andaluz, inexplicablemente,
tachó de “inoportuno”. Sevilla tiene luz, Sevilla tiene aviones acharolados y
limpios. Nuestra política está preñada de minusválidos resentidos, convencidos
de que España les es hostil. Y todo ello por ser hacedores de extraños caminos
al andar. Es decir, por habérselo llevado crudo.
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