Hay a quien le molesta que a Andalucía se la conozca como el
Sur. Los puntos cardinales están ahí como referencia, simplemente. Si un tipo
de Bilbao debe ir a Córdoba a un congreso de papiroflexia, seguro que contará a
sus amigos de cantina que mañana no le esperen para tomar unos potes en Poza
(bueno, los de Bilbao dicen Pozas) porque se marcha al Sur a confeccionar pajaritas de papel. Y si un
señor de Puente Genil (que forma parte de la Campiña Sur Cordobesa)
se marcha a una feria de muestras en Zamudio para promocionar su carne de
membrillo, contará a sus parientes que se marcha unos días al Norte por asuntos
de trabajo. Otra cosa es que quede mal decir “subir arriba” y “bajar abajo”,
por su innecesaria redundancia. En Andalucía, como en el resto de España, se
utilizan diversos recursos estilísticos, entre ellos el pleonasmo, que es lo
contrario al oxímoron, la tautología, que es una afirmación obvia, y la
perogrullada, cuando se pretende enunciar una explicación y esa explicación es
evidentemente redundante, sin aportar más conocimiento. En Sevilla, por
ejemplo, tan dados a duplicar las cosas por el prurito de crear rivalidad,
verbigracia: Macarena o Esperanza de Triana; Betis o Sevilla, etcétera; no es
extraño que se apliquen determinadas redundancias, siempre en beneficio de la
floritura culterana en el diálogo tabernario. Hombre, ya sabemos que cuando no
hace frío hace calor, que en lo lleno no hay vacío o que cuatro huevos son dos
pares, pero con verdades de Perogrullo
parece que pasa mejor por el garganchón un fresco sorbo de “cruzcampo”, o sea.
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