El reciente artículo de Ussía
en La Razón, publicado en un falso idioma árabe pone
de manifiesto que este tipo está como una vicuña del Paraguay y que Marhuenda, director de ese medio
informativo es un excéntrico de tomo y lomo por permitir tal atropello a la
inteligencia. “El porvenir de una
Cataluña independiente redactado con notable esfuerzo en el idioma catalán del
inmediato futuro dedicado con simpatía a Mas, Forcadell, Junqueras, Colom y
Rahola con gato o sin gato” no he atinado a leerlo por la dificultad que
entraña su lectura. Ya el 21 de noviembre de 2012, ese mismo articulista del
búnker, en “Rahola y el gato”, arrancaba su artículo de esta guisa: “Soy
canófilo y felinófobo. Recelo de los gatos. Cuando conocí, años atrás en una
‘Tertulia’ de Luis del Olmo a Pilar Rahola, supe desde el primer
momento que vivía con un gato. Este detalle es el único que seriamente me
distancia de mi compadre sevillano, el gran barroco Antonio Burgos. Los gatos procuran confusiones. El epigrama del
siglo XIX: Una gata encantadora/ tengo, van a verla ahora, / es una cosa
divina. / ¡Pepe, saca la minina / que la vea esta señora!”, me pareció de
pésimo gusto. Y que, por cierto, no es así el epigrama, si nos atenemos a Olga Ramos, que en El Último Cuplé, de la calle madrileña La Palma, solía cantar, con la
música de Ven y ven esa coplilla,
como se la había proporcionado Camilo
José Cela una de aquellas noches. La letra decía “Tengo una gata de angora
/que es una cosa divina. / --¡Pepe, saca la minina, que la vea esta señora!”.
(Enciclopedia del Erotismo, Sedmay Ediciones, tomo III, p. 858). ¡Ya quisiera
Ussía tener el humor de su abuelo Muñoz-Seca!
Le falta estilo y le sobra petulancia. Pero, en fin, ya puestos, yo también
quiero dedicarle a Ussía los versos 6-8 del soneto “Tampico entero sabe que respinga…”, de Rafael
Alberti: “Mas siendo al fin sepulcro o basurero, / no nos jeringue al aire
con un cuero / que tiene ya podrido hasta la minga”. Pues eso.
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