La crisis económica y laboral está agudizando la imaginación
de los pícaros hasta límites insospechados. Lo último, el “timo del chorizo
picante”. Según leo en “El Correo de Zamora”, la Guardia Civil ha
detenido en Puebla de Sanabria a un timador que actuaba en Galicia, Asturias y
País Vasco. Su modus operandi
consistía en acercarse a un establecimiento hostelero cuando el empresario del
negocio se encontraba ausente, y presentar a uno de los empleados un paquete
“pedido por el dueño”. El empleado firmaba un albarán y le hacía entrega del
importe reclamado: 90 euros sin IVA. Cuando llegaba el dueño y abría el envío
que no recordaba haber solicitado, se daba cuenta de que en su interior “solo
había un solo chorizo picante, o tres chorizos criollos o un pequeño trozo de
panceta”. Una vez detenido el autor, se supo que se trataba de un hombre
de 37 años, vecino de Móstoles y que sobre él había una treintena de denuncias.
El Juzgado de Instrucción de Puebla de Sanabria le puso en libertad con cargos
tras prestar declaración. A mi entender, esos delitos de menor cuantía no pasan
de la anécdota. Son, a la postre, artimañas para ir saliendo del paso. El “timo
del chorizo picante” me da pie, sin embargo, para comentar algo sobre “El guitón Honofre” de Gregorio González, manuscrito que un
ciudadano francés, Paul Langueard,
encontró en 1927 una de las cajas que un librero de viejo de París exponía en
la calle para su venta. Se trataba de un original castellano escrito en 1604.
Langueard lo compró entusiasmado, sabedor de que era contemporáneo de “El Buscón” (Quevedo, 1626) y de “Guzmán
de Alfarache” (Mateo Alemán,
1599). Al parecer, su primer poseedor fue Carlos
de Arellano y Navarra, a quien el autor dedica la obra y se la entrega
aquel año. A partir de ese momento se pierde la pista del manuscrito durante
cien años, hasta que en 1706 aparece en manos de un partidario de Felipe V, que lo utiliza para pasar una
información confidencial a un amigo que se encontraba en el Virreinato del
Perú. Se produce la Guerra
de Sucesión entre Borbones y Austrias. Leopoldo
de Trazegnies Granda, autor del libro “A
los leyenderos de Cervantes & Cía” cuenta en su libro: “el desconocido
poseedor de ‘El guitón Honofre’ le
transmite a su corresponsal en Lima que "Francia
pone ducientos (sic) mil hombres en
campaña" para reforzar el sitio de Barcelona a favor de Felipe V. El
informador, al parecer bastante exagerado, lo hace escribiendo su mensaje
secreto en las guardas finales del legajo: "Amigo
y querido mío, estas nobedades (sic) te escribo con este artificio...".
Y se despide: "Hasta que nos veamos
fuera de aquí y en nuestra amada patria España...". Por estas palabras
podemos deducir que el remitente de la carta probablemente formaba parte de los
ejércitos del rey Borbón y no se encontraba en ese momento en España, tal vez
estaba en Flandes, sin embargo ¡llevaba consigo el manuscrito! que utiliza para
mandarle la información al amigo residente en el Perú. De esta manera el
manuscrito pasa por primera vez en un galeón a América a principios del siglo
XVIII. Se desconoce quién era el personaje al que iba dirigido el mensaje
secreto ni lo que hizo con el legajo. Muy probablemente, consciente de la
importancia del documento, lo entregara él mismo o sus descendientes, a la
biblioteca de la capital del Virreinato. El manuscrito conserva la huella de su
paso por esa institución mediante un sello borroso, al que le faltan algunas
letras, que figura en la parte inferior izquierda del folio 2v y que también
reaparece en el folio 40v y 80v: BIBLIOTECA
[PUBLI]CA DE LIMA.” Posiblemente aquel manuscrito permanecido en la Biblioteca de Lima ciento setenta y cinco años. Dio tiempo a que el Perú se
independizara de España y se estableciera como una república (1821) y entrara
en guerra contra Chile (1879-1883). La Biblioteca Nacional
de Lima fue saqueada e incendiada por
los soldados chilenos en 1881. No se sabe con certeza si el manuscrito formó
parte del botín de la Guerra
del Pacífico y llevado a Chile, o robado de la Biblioteca antes de la
ocupación chilena. También se desconoce cómo regresó a Europa. Puede ser que el
ladrón del manuscrito lo vendiera en Francia
a principios del s.XIX y terminase en la librería de lance donde fue
adquirido por Langueard. Cuenta Leopoldo de Trazegnies en su libro que “en 1930
el bibliófilo francés escribió un artículo describiendo su hallazgo en la ‘Revue Hispanique’. En
1956 Joseph H. Silverman, de la Universidad de California, se interesa por el
manuscrito y Paul Langeard le comunica que ya no lo tiene en su poder que, unos
años después de la publicación del artículo, se lo había vendido a la William
Allan Neilson (Library of Smith College.Northampton,
Massachusetts). De esta manera “El Guitón”
había vuelto en 1936 por segunda vez a América, esta vez a la del Norte y
suponemos que por vía aérea. Después de diez años de gestiones con la
biblioteca del Smith College, entre
1956 y 1965, Silverman, consigue una copia fotográfica del manuscrito. Y en
1967 el departamento de español del Smith
College accede a que la señora Hazel
Genéraux Carrasco prepare una edición crítica de la obra”.
martes, 29 de septiembre de 2015
Infringir e infligir
Infringir es un verbo transitivo cuyo sinónimo es
quebrantar. Infligir tiene dos acepciones: 1. causar o producir daño, y 2.
imponer o aplicar un castigo o pena. Un ejemplo de infringir las leyes puede
explicarse cómodamente en los presuntos casos de corrupción de los responsables
de la Gürtel, o
de la Púnica,
o en los presuntos desafueros de Rodrigo Rato o de Iñaki Urdangarín, cuyo
pretérito perfecto compuesto en su tercera persona del plural es “ellos han
infringido”. Lo de “presunto” lo añado por el hecho de no existir sentencia
firme contra los responsables de las tramas de corrupción o contra aquellos
individuos que de alguna manera causaron el quebranto. Infligir, como decía, ya es harina de otro costal. Infligir
daño es, por ejemplo, lo que hizo durante mucho tiempo Billy el Niño, o sea,
Antonio González Pacheco, aquel inspector de la Brigada Central de
Información (antigua Brigada Político Social) que durante el franquismo se
dedicó en la DGS
a torturar, y en muchos casos hasta causar la muerte, a un montón de ciudadanos
detenidos por presunta desafección al Régimen. Según la edición de El País (29
de septiembre de 2013) José María Irujo cuenta: “En 1977, Billy el Niño fue
condecorado por Rodolfo Martín Villa entonces ministro del Interior, con la medalla de
plata al Mérito Policial y agasajado por cien policías en una comida de
desagravio por la “persecución” de la que era objeto por los medios de
comunicación. Entró en la brigada antiterrorista a las órdenes de Roberto
Conesa y acabó su carrera en la policía judicial. “Era uno de sus niños
bonitos”, recuerda un comisario. En 1982 pasó a la situación de excedencia para
trabajar como jefe de seguridad de Renault. “Discute con todo el mundo. Se ha
vuelto más visceral y exaltado”, asegura uno de sus excompañeros.” Hace pocos
días, una cadena de televisión (La
Sexta) lo ha visto por las calles de Madrid. Trató de
esquivar a las cámaras y se “refugió” en el interior de un taxi. La jueza argentina María Servini emitió en
septiembre de 2013 una orden de captura internacional tras imputarlo por
crímenes de lesa humanidad, pero la Audiencia Nacional
rechazó su extradición alegando que los delitos de tortura infligidos habían
prescrito. Hay delitos infligidos, como la tortura, que en un Estado de derecho
no deberían prescribir nunca, de la misma manera que aquellos que han
infringido las leyes no debieran irse de rositas ni poder ser amnistiados en un
Consejo de Ministros.
El triunfo, ¿pero de qué Ilustración?

domingo, 27 de septiembre de 2015
Wálter Benjamín en el recuerdo

sábado, 26 de septiembre de 2015
Toreo de salón
A mi entender, ha sido una acertada idea que la
alcaldesa Manuela Carmena haya eliminado en el presupuesto municipal para
2016 la subvención de 61.000 euros con la que se ayudaba a la Escuela de Tauromaquia Marcial Lalanda, o sea,
casi la mitad de los ingresos del consorcio formado entre empresa privada
(30.000), la Comunidad
de Madrid (40.000) y el Ayuntamiento. Leo en El País que “según ha
comunicado el Ayuntamiento, el motivo para retirar esta subvención es que el
presupuesto de la escuela, con una media de 38 alumnos, es desproporcionado en
relación al que se destina a actividades culturales o deportivas de mayor
demanda. Además, las clases y talleres que se imparten en ese centro no son
compatibles con los derechos de los animales”. Punto pelota. Lo normal sería
que las escuelas taurinas las financiasen los aficionados, de la misma manera
que los ciudadanos particulares se financian de su bolsillo los estudios de
idiomas, de vuelo sin motor o de jota aragonesa. Otra noticia importante es que
el Gobierno, al aprobar adherirse al Convenio
europeo sobre protección de mascotas prohíba cortar orejas, rabos, seccionar
las cuerdas para evitar el ladrido o extirpar las garras y los dientes a los animales de compañía. Un
convenio que, además, limitará el uso de animales domésticos en publicidad y
espectáculos. Ya veremos cómo se resuelve el asunto de los circos, los toros de
fuego en las fiestas de los pueblos, la caza de pajarillos con diversos cepos,
el triste espectáculo de mascotas expuestas en escaparates y el lamentable
espectáculo que produce ver perros abandonados en carreteras y calles. Los animales, sean de
compañía o no, merecen nuestro respeto. Me canso de repetirlo en mi blog una y otra vez, aunque me temo que
la iniciativa del Ministerio que preside Isabel
García Tejerina tenga los mismos efectos en la praxis que predicar en el desierto de Atacama, preñado
de gigantescas siluetas inquietantes.
Digámoslo claro: en un país que parece indiferente ante la infamia que produce
el hecho de que sigan más de 100.000 esqueletos en las cunetas y en los
barrancos; y ante un Gobierno de derechas que parece desafecto a lo que
representa la Ley de la Memoria Histórica,
la firma del Convenio europeo sobre
protección de mascotas producirá en los firmantes la misma risa que ver a
un burro comiendo higos.
jueves, 24 de septiembre de 2015
27 de septiembre
El libro de Carlos
Fonseca, “Mañana cuando me maten”,
recuerda las últimas ejecuciones del franquismo el 27 de septiembre de 1975.
Poco antes de las ocho y media de la mañana de ese sábado, Ángel Otaegui era ejecutado en el penal burgalés de Villalón. Pasó
las últimas horas acompañado por el capellán de la
Cruz Roja y por el segundo capellán de ese
penal, Julio Lucio. Pidió una
botella de coñac para combatir el frío y unos cuantos paquetes de cigarrillos.
Durante esas horas charló con los sacerdotes, pero se negó a confesarse. Juan Paredes Manot, “Txiki”, fue ejecutado a las ocho y
treinta y cinco minutos de la mañana. Su hermano, Miguel Paredes, “Mikel”,
aguardó en el depósito de cadáveres del cementerio del Norte, junto a los tres
abogados del ejecutado –Palmes, Oranichy
y el capitán Coronado- la llegada de
la ambulancia que conducía su cadáver. Txiki
pasó la última noche de su vida con su hermano y sus abogados defensores. A lo
largo de las doce horas de espera sólo tomó una taza de café y recibió la
visita de su notario al que hizo entrega de un documento político. A las seis
de la madrugada escribió unas líneas a sus hermanos pequeños, en el anverso de
una foto de comunión que la autoridad militar le había permitido tener en su
celda. Su ataúd sería depositado en el nicho número 18.892. De Carabanchel sale
a las 7’35 horas camino de Hoyo de Manzanares la comitiva: tres furgones,
15 jeeps
y dos turismos negros, al parecer con el capellán y el médico que habrá de
certificar la defunción de los condenados Humberto
Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón
García Sanz. A las 9’23 horas suena la primera descarga y un leve “tac” del
tiro de gracia se pierde en las lomas de El Palancar. A las 9’40 se oye la
segunda descarga cerrada. Poco después se escucha una tercera descarga. A
partir de ese momento comenzarían las reacciones en el extranjero contra el
régimen de Franco. El diario ABC comentaba en un editorial. “Ha
habido justicia: ha habido clemencia”, en referencia a los indultados. Y Fernando Ónega, comentarista del diario
falangista Arriba, decía refiriéndose
a las sentencias: “Como dijo el señor Herrera
Esteban a los periodistas, es un tema importante y delicado sobre el que no
es correcto abrir debate. Se queda en el marco de la ley, en el cumplimiento de
la ley, y sólo parece oportuno referirse a unos detalles concretos: primero,
que no hubo el menor disentimiento en el seno del Gabinete a la hora del
‘enterado’; segundo, que los acuerdos de Consejo de Ministros se adoptan por
unanimidad; tercero, que no sería lícito ocultar, por la gravedad de efectuar
cinco ejecuciones, la elevada cifra de indultados; y cuarto, que el ejercicio
del derecho de gracia no va a significar –previsiblemente- que terminen las
tensiones y presiones internacionales.”
Así fue.
(Fuente consultada: Cambio 16, núm. 200, pp. 26, 27 y 31.)
miércoles, 23 de septiembre de 2015
Parábola para gobernantes

martes, 22 de septiembre de 2015
Los jueves, milagro

Llega el otoño
Leo que más de 5.000 enfermeros tienen la formación que les
permitirá recetar medicamentos. Pues nada, a este paso día llegará en que un
maestro de escuela pueda estar habilitado para dar clases magistrales de
Matemáticas en la
Universidad; que un celador aplique inyecciones
intramusculares a los jubilados y que un farmacéutico esté habilitado para
expender en su oficina de farmacia parches para ruedas de bicicleta. Esto es el
mundo al revés. De hecho, leo en Heraldo
de Aragón que un profesor de Zaragoza, Miguel
Ángel Miguel, que tiene nombre capicúa y ejerce en el colegio Hijas de San José, “graba vídeos en casa, los edita, muchos de ellos los
subtitula y los sube a su canal de Youtube.
El primero, "El Porompompero de las
ecuaciones", lo colgó el 31 de diciembre. En él
cuenta los pasos para resolver ecuaciones (paréntesis, denominadores,
reducimos, transponemos, despejamos y comprobamos) guitarra en mano. Después ha
grabado muchos más: igual explica el teorema
de Pitágoras que cómo resolver funciones, ecuaciones, múltiplos y divisores
o cómo calcular un préstamo hipotecario”. ¡Toma ya! Eso de Hijas de San José también me ha llenado de asombro. Ignoraba que al
padre putativo de Cristo le hubiesen
salido más retoños bastardos que a los Borbones
y a los Austrias juntos a lo largo
de la historia. Y es que hay días en los que uno no sale de su asombro. También
me entero hoy de que han detectado la llegada del mosquito-tigre en Aragón y
que ya vuela sin necesidad de utilizar GPS
por Huesca. Esos mosquitos no entienden del espacio
Schengen y desconocen los problemas que causan las migraciones masivas.
Aparecen cuando les viene en gana como si fuesen drones y no hay radares que
los detecten ni cazabombarderos que les puedan frenar en su invasión por el
espacio aéreo. Contra ese díptero invasor llegado desde Asia no hay defensa y
las enfermedades que transmite, entre ellas el chikunguña, carecen de vacuna.
En fin, mañana comienza el otoño y a todos nos empapará ese raro esplín que,
como sucede con la piojera, ataca con mayor virulencia a los románticos
desnutridos.
lunes, 21 de septiembre de 2015
Santisteve: 100 días

Manual de vieja urbanidad

sábado, 19 de septiembre de 2015
Anomalías históricas

viernes, 18 de septiembre de 2015
Herrumbrosas lanzas

miércoles, 16 de septiembre de 2015
El nuevo padre Peyton
Dice Antonio Gala
en su columna de hoy en El Mundo que
“no está la Magdalena
para tafetanes”. Julio Llamazares,
en El País, al referirse a los
refugiados, señala que “nosotros somos los que nos refugiamos detrás de
nuestros Gobiernos, pero, como no lo sabemos o no podemos reconocerlo, llamamos
refugiados a los que vienen pidiendo ayuda como siempre hicieron los pobres y
los desheredados de la fortuna en la historia”. (…) “Tan solo la imagen de un
niño ahogado que, al vestir exactamente igual que nuestros hijos y no como un
pordiosero, nos hizo caer en la cuenta de que podía haber sido nuestro nos hizo
despertar y pasar a la acción dejando nuestros refugios y nuestra confortable
seguridad. ¿Por cuánto tiempo? Por el que dure en nuestras retinas la imagen
del niño ahogado, me temo. Después volveremos a nuestras fronteras, a nuestras
reticencias, a nuestras fortalezas defensivas semejantes a aquélla desde la que
el teniente Drogo esperó con miedo
toda su vida la invasión de los tártaros en la novela del italiano Dino Buzzati”. Pues sí, no está la Magdalena para
tafetanes. Obama le ha dicho a Felipe VI que “el mundo necesita una
España unida”. Pues nada, volveremos a colocar en nuestro escudo patrio aquello
de “una, grande, libre”, como llevaba
el águila rampante de san Juan a
modo de fular de tela fina, o de tafetán, del que se apropió Franco. Y lo que desea el paternal
Obama, que parece el jefe del clan de La Casa de la Pradera, es que con sus sesudos consejos
vuelva Artur Mas al redil, intentaremos que vuele el águila en libertad sobre
esa España unida y sacrosanta, agrandada y rumbosa, a la que le daremos de
comer en nuestra mano y a la que invitaremos a que aterrice en el aeropuerto de
Castellón, o en el de Ciudad Real, que para gustos se hicieron los colores.
Obama, que ya tiene lo que quería, es decir, la base militar de Rota a su
servicio, pretende además ejercer de Patrick
Peyton con los españoles, haciendo una especie de apostolado del rosario
en familia, la familia que reza unida permanece unida, y aquí no vale que
Cataluña y los catalanes que la conforman pueda ir por libre, a su bola. Ellos,
los norteamericanos, ya tuvieron su Guerra de Secesión y saben de qué hablan.
En fin, Obama podía haberle dicho al Rey
de España que está alarmado por la corrupción política y económica que no
cesan, o por la sevicia de los vallisoletanos contra el toro Rompe Suelas. Pero no, esas cosas, como
decía La Codorniz en su sección “La
cárcel de papel”, por ser considerados delitos de menor cuantía no es
necesario que pasen a la jurisdicción de más altos y severos organismos. Amén.
martes, 15 de septiembre de 2015
Sombras chinescas
Ya han matado de la forma más atroz -para los tordesillanos
de la forma “más normal”- al toro Rompe
Suelas. Y los salvajes de Tordesillas que apoyan esa fiesta del Toro
de la Vega han dado su faena por cumplida tras un gran
número de lanzadas y la consiguiente muerte del animal de la forma más violenta
y cruel que cabe imaginar. Pedro Sánchez
señalaba al respecto que, de llegar al poder, eliminaría esa atrocidad. ¿Por
qué no lo hicieron los socialistas cuando gobernaron? ¿Por qué Pedro Sánchez no
fuerza la dimisión del actual alcalde socialista José Antonio González Poncela? Esto no hay quien lo entienda.
Mientras el Rey, acompañado de su
consorte, “proyecta en EEUU la imagen de
la monarquía renovada”, como hoy señala El
País, en Tordesillas se retrocede a
los más oscuros tiempos de la Edad Media,
cuando estaba integrada en la
Merindad del Infantazgo de Valladolid (cuya descripción
figura en el libro Becerro de las Behetrías de Castilla),
en una retracción sólo comparable a la que sufrió esa ciudad a la llegada de Almanzor a finales del siglo X; o la
retracción de que a la población castellana de entonces le pareciese “algo
normal” –como les ha parecido hoy a los habitantes de esa antigua Merindad la
muerte de Rompe Suelas- que a Juana de
Castilla se la recluyese en un castillo de Tordesillas la friolera de 46
años. Cuando las mayores atrocidades se consideran “algo normal” entre la
población civil de un territorio, hay que atarse los machos y salir corriendo.
Habría que hacer una “memoria histórica”
de esos pueblos en los que parece “algo normal” que los quintos tiren desde el
campanario de una iglesia a una cabra, que lancen codornices en una especie de
cañón para que los cazadores les den gusto al gatillo de sus escopetas, que
todavía existan toros de fuego en muchas fiestas patronales… Los animales
merecen dignidad y respeto. Mientras no se logre sensibilizar la conciencia
colectiva, la Marca España
tendrá menos valor en el mundo civilizado que los billetes del juego del monopoly, por mucho que Felipe de Borbón intente proyectar ante
Obama la imagen de una monarquía
renovada. Hay proyecciones, no sé si esa lo será, que sólo son sombras
chinescas.
domingo, 13 de septiembre de 2015
Suspicacias
Leído hoy en el editorial de El Correo de Andalucía: “Tras
cinco años sumergida en un grave conflicto, Siria ya suma 220.000 muertos, 11
millones de desplazados, 3,9 millones de refugiados y 12,2 millones de personas
que necesitan ayuda para subsistir. Éstas son las cifras, pero mientras el
vértigo emocional desequilibra nuestro raciocinio, las desfachatez de las
instituciones y de la política internacional aún brilla con luz propia”. No hay que olvidar la Memoria Histórica
ni lo que aconteció en España, si queremos entender lo que está sucediendo
ahora en otros países. El comandante Robert
(jefe del Estado Mayor de la Tercera
Brigada de Guerrilleros Españoles) dejó escrito: “Después de
la derrota del Ejército Republicano, ametrallados por las carreteras, la
población civil huye y no nos dejan tranquilos, a pesar de la derrota. Nos
masacra la aviación italiana y alemana, y todo el mundo huyendo. Medio millón
de personas, quinientos mil seres humanos, niños, mujeres y ancianos…militares,
llenos de piojos…todos en el mismo merengue, y buscando refugio en un país que
creíamos amigo, que era Francia”. Sobran las palabras. Ahora le toca a España
acoger el cupo que la Comisión Europea
nos ha designado. Aquí no sirve de nada que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, alerte contra la
posible infiltración de yihadistas entre los refugiados. Si se lanzan sospechas
sobre los expatriados que van a ser acogidos, mal empezamos. En las manos de
ese ministro está que tales cosas no sucedan. Y si se descubren yihadistas,
habrá que detenerlos sin contemplaciones. Pero no debe adelantar
acontecimientos ni crear alarma. A ese ministro le recomendaría leer los escalofriantes informes de ACNUR, donde modestísimamente colaboro aunque mi ayuda sirva de poco. A mí me producen desconfianza determinados
supernumerarios del Opus Dei y no digo nada. Tampoco les culpo de nada.
Símplemente les tengo en observación. No
vaya a acontecer en esta España cañí lo que en una comisaría de barrio el día
en que detuvieron a dos carteristas, a los que engrilletaron e interrogaron a
fondo a la luz directa de un potente
flexo. Y como resultó que a ninguno de ellos se les pudo hacer confesar el
robo, no se le ocurrió a aquel comisario franquista mejor cosa que sentar a
ambos frente a su mesa de despacho. Y les dijo: “usted –mirando a uno de ellos-
puede marcharse a su casa”. “Usted –mirando al otro- se quedará aquí hasta que
confiese, que tiene cara de malo”.
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