Ya dejé escrito en cierta ocasión en el Diario de Teruel (viernes, 5/8/94) que “nosotros, los voyeurs de la
historia, cada vez que enchufamos la radio o acudimos a un mitin, lo hacemos
con la misma avidez que si de un folletín por entregas se tratase. Tenemos la
obsesión de que se nos ha estropeado el catalejo y sólo llegamos a adivinar la
oscuridad y el misterio. Ya no sabemos a ciencia cierta si es que aquí hay gato
encerrado o es que, como nos recordaba Manuel
Alvar, nos hemos quedado tuertos del ojo sano en medio de una leyenda
blanca absolutamente necia y una leyenda negra absolutamente malvada”. Ha
llovido bastante desde que escribí aquello; y Carlos Hernández, que me mandaba el diario turolense de su
dirección con un día de retraso (por culpa de Correos) a cambio de una
colaboración semanal, tampoco se encuentra ya en el mundo de los vivos. Ahora,
más que gato encerrado, lo que hay es un PP que ya no se conforma con la
abstención del PSOE, sino que le exige que apoye sus Presupuestos para 2017. Y si no los apoyase, a las urnas
de nuevo el próximo diciembre, que es lo que a Rajoy le interesa para poder
gobernar cómodo, conocidos los últimos sondeos. Al PSOE, también según las
últimas encuestas, le ganará Podemos en el esprint. En esta vida todo tiene la
importancia que se le quiera conceder. Contaba José Luis Balbín que durante el franquismo hubo un locutor de radio
en Tudela que decía: “Y mientras esperamos el próximo boletín de noticias,
oigamos unas pijadillas de
Beethoven”, o sea.
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