Los datos elaborados por el Instituto Nacional de Estadística revelan que cinco de los diez barrios más pobres de
España se encuentran en Sevilla. Susana
Díaz, presidenta de esa Comunidad, como el socialista Juan Espadas, alcalde de Sevilla, deberían hacérselo mirar. Según El Correo de Andalucía, esa es “una
cifra escalofriante que deja entrever las dificultades económicas por las que
pasan desde hace años numerosas familias sevillanas, no solo azotadas por la
crisis económica sino también por las consecuencias que ésta ha tenido en la
sociedad: pérdida de puestos de trabajo, falta de oportunidades, rentas
bajas y hogares que deben tirar de ingenio para llegar a fin de mes”. Para
que luego nos venga Antonio Burgos
en las páginas de ABC a contarnos
milongas al estilo de que “Sevilla no es
Alsasua”. Yo, lo he contado en varias ocasiones, soy un enamorado de
Sevilla desde hace ya muchos años. Sevilla tiene luz; Sevilla tiene vencejos
acharolados y limpios que planean con señorío por encima de los edificios de
baja planta; Sevilla es una ciudad alegre y bulliciosa que anima al visitante;
y Sevilla es, en fin, un buen sitio para vivir sin demasiado estrés. Pero
Sevilla no puede vivir sólo del turismo y de la hostelería, como está
sucediendo. El turismo, que aviva la llama de esa efímera riqueza, es mudable
como mudables son los gustos del ser humano. Lo de ayer no sirve para hoy y lo
de hoy no servirá para mañana. España, también Sevilla, necesita industrias que
favorezcan el desarrollo y cree puestos de trabajo que dignifiquen a sus
ciudadanos. A nadie se le escapa que el sector primario, que favoreció la
creación de azucareras en sus proximidades (La Rinconada, Los Rosales…)
se disipó como el humo. Y las empresas aceiteras, ya veremos al paso que
llevan. Empresas punteras sevillanas se encuentran en horas bajas (caso de Abengoa) o están en manos extranjeras:
la cervecera Cruzcampo pertenece a Heineken; y la empresa de café molido Saimaza, en la actualidad propiedad de la norteamericana Mondelez Int., se marchó de Dos Hermanas por “exceso de
capacidad de producción”. Pero existen
otras empresas importantes en la provincia que han echado el cierre: Roca Radiadores, Danone, Puleva, Cargill, Panrico o Flex. Y no se
deben olvidar los problemas existentes con General
Dynamics-Santa Bárbara y Alestis
Aerospace. En resumidas cuentas, la provincia de Sevilla ha perdido con la
recesión más del 17% de su cifra de negocio y el 30% de su número de empleos. Menos
mal que viendo el lado positivo siempre quedará la Feria de Abril, la Semana Santa, la romería del Rocío y las franquicias
de 100 Montaditos, que tuvo su origen
no en Sevilla sino en Islantilla (Huelva) de la mano de José María Fernández Capitán, quien fijándose en el método de los
chinos logró desde su chiringuito playero hacer un “todo a 100”
trasladado al campo de la hostelería. Y
le salió bien.
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