Me está resultando dificultoso poder resumir en pocas
líneas la controvertida figura de un militar que estuvo a favor de los
rebeldes durante la Guerra Civil,
condenado y encarcelado por los republicanos y, paradójicamente, fusilado por
los rebeldes con la “liberación” de Santander. Me estoy refiriendo a José Pérez y García Argüelles,
gobernador militar de la capital cántabra con el estallido de la guerra. Había
nacido en La Coruña
el 10 de septiembre de 1877 y desarrolló casi toda su carrera militar en
África. Bajo la Dictadura
de Primo de Rivera Argüelles fue
delegado gubernativo en Calatayud. Posteriormente, gobernador civil en La Coruña, Baleares y
Albacete. Participó en la sanjurjada de agosto de 1932 siendo ayudante del general
Cavalcanti. En septiembre de 1935
fue nombrado jefe de Regimiento y gobernador militar de Santander. Su
antagonista fue el comandante José
García Vayas, jefe del batallón de Santoña. Ambos nombramientos obedecían a
contrapuestos criterios políticos. Vayas fue el contrapunto izquierdista del
derechismo de Argüelles. Como era de esperar, llegado el 18 de julio de 1936,
Argüelles permaneció al lado de los sublevados y Vayas al lado de la
República. En un momento dado, las
autoridades del Frente Popular se hicieron con el poder. La prensa derechista
fue incautada y la radio se utilizó con eficacia. Pocos días después, el día 25,
Argüelles y su segundo en el mando, Héctor
Bruna, fueron destituidos por Vayas. Dos días más tarde, el Frente Popular nombró un Comité de Guerra presidido
por él, y el día 11 de agosto se nombró a Juan
Ruiz Olazarán gobernador civil. Argüelles, Bruna, Terán, Colombo y otros
militares de alta graduación fueron, primero a la cárcel; después a una bodega
del barco-prisión “Alfonso Pérez”. A
bordo coincidirían con mi abuelo materno, entonces cajero del Banco de España y
cesado por orden del que había sido director de esa sucursal y, desde hacía
pocos días director general de Sucursales, Eladio
Villanueva García, que más tarde, con el triunfo de los rebeldes, sería
inhabilitado por 15 años. Nunca regresó a su actividad. Mi abuelo, que había
salido en libertad del barco maldito dos días antes de los trágicos sucesos del
27 de diciembre, volvió a ocupar su puesto de cajero gracias a la intermediación
de Ramón Artigas. Sobre ese
individuo, que tanto sufrimiento causó a mi abuelo, podría escribir bastante, pero
eso llevaría tiempo. Pues bien, a lo que iba. Aunque ya lo ha contado en otras
ocasiones, el “Alfonso Pérez” era un
carguero propiedad de Ángel F. Pérez
que ya había servido de cárcel a los presos de 1934. El 17 de julio se
encontraba fondeado en la bahía por falta de fletes y requisado el 28 de julio
por el Frente Popular con el fin de descongestionar la Prisión Provincial
y la Prevención Municipal,
atiborradas de presos derechistas. El número de víctimas aquel 27 de diciembre
se elevaron a 324, como represalia de un intenso bombardeo de los rebeldes
producido la noche anterior, que mató a 67 ciudadanos y dejó malheridos a otros
60. De todas formas, ya había
precedentes de asesinatos en los barcos Cabo Quilates y Altuna,
fondeados en la ría de Bilbao. Pero volvamos a Argüelles. A finales de
diciembre de 1922 había sido destinado a Almería. En diciembre de 1923, como ya
se ha dicho, fue nombrado delegado gubernativo en Calatayud, después de haber
pasado por Zaragoza para recibir instrucciones. Primo de Rivera se dedico, como
se sabe, a “regenerar” España. Entendía que la causa de los males políticos
estaba en el caciquismo reinante, y su eliminación pasaba por el saneamiento de
los municipios. Y sus esfuerzos se dirigieron a la reforma de la Administración
Local. Se suprimieron los gobiernos civiles, pasando sus
asuntos a la jurisdicción militar, se sustituyeron los Ayuntamientos por Juntas
Rectoras y se enviaron delegados gubernamentales a todos los partidos
judiciales. La función de aquellos delegados era de la promover iniciativas que
revitalizaran la sociedad, se creasen somatenes y se terminase con los caciques
locales. Argüelles, era el delegado gubernativo de Calatayud sin dejar de
pertenecer a su Regimiento de Almería. En Calatayud permaneció todo el año 1924
y comienzos de 1925. En febrero de aquel año fue nombrado gobernador civil de
Baleares. Un año más tarde fue destinado al Regimiento de Infantería Castilla
número 16, de Badajoz, sin dejar su cargo de gobernador civil. A finales de
1925, Primo de Rivera sustituyó el Directorio Militar por otro de carácter
civil. Argüelles fue destinado a La
Coruña en abril de 1926. Dimitió dos años más tarde. Seis
meses después de su último destino fue nombrado gobernador civil de Albacete.
Allí permaneció hasta febrero de 1930. En abril de ese año fue destinado al
Regimiento de Infantería León número 38, de Madrid. Y a mitad de mayo, como ya
se ha dicho, fue destinado como ayudante de campo del capitán general de la 2ª
Región Militar, Cavalcanti. En junio de 1932 ascendió a coronel y su nuevo
destino fue el Centro de Movilización y Reserva número 11, en
Burgos. A finales de septiembre de 1935 fue destinado al Regimiento Valencia
número 23 de Santander y asumió la Comandancia Militar
de esa plaza. Allí comenzaría su viacrucis.
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