Repasar la historia reciente de España, pongamos de las Cortes de Cádiz a la abdicación de Juan Carlos I, equivale a bucear en una
espiral de intrigas y sangre en un país lleno de lapsus inexplicables y de
paradojas absurdas. El BOE se olvidó
el jueves 20 de noviembre de 1975, pese a ir orlado de luto, de hacer un
comunicado oficial de la muerte de Franco.
Lo mismo puede decirse, tanto de la despedida del Consejo de Regencia –asunción
prevista por la Ley Orgánica del Estado y por la Ley de Sucesión, a pesar del automatismo de
su ejecución-, como del número 282 de la Gaceta de Madrid, de fecha 24 de noviembre de
ese año y primero publicado desde la coronación de Juan Carlos de Borbón, hasta
entonces Príncipe de España, donde aparece como disposición más destacada una “Orden por la que se determina la normativa
y trámites que han de cumplirse en las operaciones efectuadas al amparo del
régimen de Tráfico de Perfeccionamiento Activo”, sin la menor mención a la
solemne jura real llevada a cabo por el príncipe en las Cortes sólo 36 horas
antes. Por si todo ello fuese poco, a Franco se le olvidó bastantes años antes derogar la Constitución de 1931 y la forma de Estado que
constituía la II República Española.
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