Son gajes del oficio. Felipe
VI era aplaudido en Guadalajara por la mañana con motivo del desfile de las
FAS y silbado por la noche en el Estadio
Vicente Calderón por unos energúmenos catalanes mientras se entonaba el Himno Nacional en la final de la Copa del Rey. Ambas son las dos caras de la
misma moneda. Me he encontrado hoy con conocidos que me indicaban que esas
cosas no pasaban en el Santiago Bernabeu
con Franco. No, ni tampoco se
hablaba de corrupción política, que la había, ni se podía plasmar en El Caso más de un asesinato al estilo
del de Jarabo por semana. Se lo
podrían haber preguntado a Eugenio
Suárez Gómez de no haber muerto el penúltimo día de 2014. A la prensa
domesticada sólo le interesaba ayer lo superfluo: es decir, trasladar al conjunto
silencioso y manso de una sociedad cobarde el vestido que lucía María Dolores de Cospedal y si era más
o menos elegante que el de la consorte Letizia
Ortiz. Pero aquí suceden otras cosas: Rajoy,
con el tancredismo al que nos tiene acostumbrados, pretende que la sociedad
civil se implique contra el proceso independentista catalán; y Pedro Quevedo, de Nueva Canarias, da el
“sí” al Gobierno para aprobar los PGE a cambio de 204 millones para las islas.
Una limosna si se compara con los 1.400 millones que recibirá el PNV. ¿De dónde
saldrá ese montante? Está claro que de nuevos recortes en Sanidad, Educación y
Servicios Sociales. Y el Gobierno dice sin rubor que no ha podido subir las
pensiones de viudedaz y orfandad por falta de fondos, en respuesta a una
pregunta parlamentaria de Marcial Gómez
Balsera y de Sergio del Campo,
ambos diputados de Ciudadanos. Se escudan en que “ello supondría un importante
coste para el sistema de la Seguridad Social”.
Pero lo que no dice Rajoy es cuánto ha costado al bolsillo de los españoles una
parada militar que carece de sentido. Y como nadie lo cuenta, ya se lo digo yo:
más de 350.000 euros, sin contar los gastos indirectos municipales y otras
servidumbres que aburriría al lector especificar, como el ágape posterior, reservado
sólo a los invitados, y que se realizó en un centro educativo privado
perteneciente a la
Iglesia Católica, etcétera.
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