miércoles, 31 de mayo de 2017

La importancia de una pequeña mancha de tinta




Una noticia leída en El Correo de Zamora me ha dejado patidifuso. Dice: “Unidos contra el Cáncer de Toro y Alfoz realizan hoy una visita al Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca con motivo del Día del Superviviente...”. Uno, dentro de su cortedad, es consciente de que el cáncer es un mal que afecta a muchas personas y animales. Raro es el ciudadano que no tiene, o no ha tenido, un pariente aquejado de una neoplasia. Pero a lo que yo me refiero es a la forma de transmitir la noticia a los lectores. Dicho así, como lo enfoca el redactor, pareciese que existieran tanto el cáncer de Toro y Alfoz como el cáncer de Salamanca. La diferencia entre un escritor que escribe columnas de opinión y un redactor de diarios consiste en que el primero de ellos puede escribir lo que le venga en gana. Otra cosa es que se lo publiquen si no se considera acorde con la línea editorial del medio que sirve de soporte. A mí me ha sucedido, por eso lo digo. El redactor, en cambio, no está habilitado para añadir nada “de su cosecha”, o sea, para opinar sobre el suceso o la noticia. Debe limitarse a redactarla de la mejor manera posible y de la forma más entendible para el lector. En este caso, M.J.C., iniciales del redactor de la noticia en El Correo de Zamora debería haber escrito: “Unidos contra el Cáncer, de Toro y Alfoz, realizan hoy una visita al Centro de Investigación del Cáncer, de Salamanca”. A veces una coma consigue que se cambie todo el sentido de una noticia. Recuerden, por ejemplo, cuando en Diario de Navarra apareció el siguiente titular: “Don Juan, agoniza”. Aquella coma improcedente hacía del titular informativo nada menos que un imperativo, nada más lejos del deseo del redactor; o aquel cartel que avisaba: “Prohibido fumar gas inflamable”. Evidentemente falta un punto entre “fumar” y “gas”, o una simple coma.

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