Mucho se sigue comentando el “asunto catalán” y el deseo expresado por el Muy Honorable Señor Carles Puigdemont Casamajó de hacer un referéndum secesionista y pasar por encima sin necesidad
de pértiga del artículo 2º de la Constitución
Española. El “asunto
catalán” es viejo. Sólo hay que leer “El
Conde-Duque de Olivares”, escrito por Gregorio
Marañon (Madrid, Espasa-Calpe, 1936) para poner algo de luz en esta
farragosa cuestión. Marañón hace referencia a Portugal en el capítulo XIX referido a la “política exterior y regional” en
tiempos de Felipe IV y en la forma
de ser considerada por Gaspar de Guzmán
y Pimentel, valido de ese monarca. Escribe Marañón: “Los majaderos se ríen cuando se dice que el problema de las regiones
es de pura biología; pero es tan biológico como la estupidez de los de se ríen.
Las razones políticas de que Portugal, por ejemplo, fuera un reino de España
eran tan artificiales que sobre ella sólo se hubiera podido fundar una alianza
federada y nunca una sumisión., y ello, a fuerza de siglos de una convivencia
infinitamente inteligente, incompatible con las realidades artificiosas,
rígidas y nacionalmente anfibiológicas de la política de enlaces o de
conquistas. Y fuera ya de Portugal, nación genuina, dentro de España misma, la
personalidad de las regiones es un hecho tan vivo, que sólo la pasión, la
malicia o la necesidad lo puede desconocer”. En ese estado de cosas de nada
sirve, por ejemplo, tratar de mezclar culturas variopintas (véase el caso de
los “charnegos” en Cataluña llegados
mayormente del sur de España en la época del Desarrollismo) en un vano intento
de “diluir” una profunda vocación de los catalanes por segregarse de Castilla,
entendida Castilla como el resto de un Estado común que une paisaje y paisanaje.
“Y el Conde-Duque --sigue escribiendo
Marañón-- olvidó que era imposible hacer,
ni por las buenas ni por las malas, una suma uniforme de dos sustancias --los
dos pueblos, Cataluña y Castilla-- históricamente incapaces de fundirse, aunque
sí de mezclarse en un mínimo cordial de afectos y de conveniencias comunes”.
No debemos olvidad que Cataluña (que no dispone del “cupo” vasco) genera mucho más ingresos al Estado que todo el Sur
del olé, olé y trago de La Ina al coleto, de
las 60 peonadas y del “Dios aumente la caridad” como única contrapartida
responsable a una ya crónica situación catastrófica sin visos de solución. Si yo fuese catalán, también desearía
marcharme. Y que cada palo aguante su vela.
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