jueves, 7 de julio de 2022

Esclavos de nuestra ignorancia

 


Manuel Ramírez, en El Correo de Andalucía, señala algo que a mí también me tiene desconcertado: “Lo que está ocurriendo en Madrid con las becas de estudios que van a recibir familias con rentas superiores a los 100.000 euros al año es el paradigma de la estupidez. Pagar impuestos siendo pobre para que se los repartan entre los ricos y apoyar con tu voto (siendo pobre) la iniciativa es la repanocha. Votar a la derecha sin tener un duro, ni futuro, ni posibilidades de salir del agujero; ver cómo la sanidad pública se desmantela para que sean las entidades privadas las que manejen el cotarro y votar para que siga ocurriendo; o asistir a una explosión de xenofobia injustificada siendo inmigrante y reír las gracias a los señoritos; es todo uno y la muestra más clara de estar viviendo una realidad entre cómica y surrealista. Los obreros, los pobres de siempre o los inmigrantes, se han colocado enfrente de sí mismos de forma inesperada”. Mirarse en un charco siempre produce una figura deforme, como sucede al mirarse en los espejos del madrileño callejón del Gato. Puede que esa sinrazón se deba, no lo sé de cierto, a los derroches del partido de un Gobierno, que tiene muchos más ministerios de los necesarios por exigencias de Podemos, su socio de referencia. Así, el reciente viaje de Irene Montero y otras tres mujeres colaboradoras a Nueva York en un carísimo Falcon, sin que sepamos a ciencia cierta qué ha conseguido en su periplo (salvo para reunirse con la directora ejecutiva del Consejo de Políticas de Género de la Casa Blanca, Jennifer Klein, y con el asistente adjunto del presidente de EEUU, Chiraag Bains), es algo que produce estupor a los ciudadanos hartos de pagar impuestos. Yo no sé si la derecha lo haría mejor, que lo dudo, pero hacerlo peor, como ahora sucede con Sánchez, es difícil. Los despilfarros con dineros públicos siempre pasan factura; es decir, pobreza en los gobernados. Pero las excentricidades, como es el caso de Irene Montero, con una injustificada  tourné al otro lado del Charco, producen bochorno. Nos hemos convertido en esclavos de nuestra ignorancia, que es lo más triste. Según el profesor Francisco Bénard, ser realista es intentar tocar solo lo tangible. La desinformación es destructiva a largo plazo.

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