jueves, 27 de octubre de 2022

El pío Lambán

 

Este mes de octubre nos enterábamos los aragoneses de que la Diputación General de Aragón, que preside el socialista Javier Lambán, había subvencionado al santuario central del Opus Dei, Torreciudad, situado en Secastilla  junto al oscense pantano de El Grado, con 29.270 euros como “promoción turística” porque, según  parece, recibe 150.000 peregrinos al año. Esa ayuda  se incluye dentro del programa de apoyo a "entidades privadas turísticas sin ánimo de lucro para actuaciones de promoción turística", que desarrolla la Consejería de Industria, Competitividad y Desarrollo Turístico, presidida por Arturo Aliaga, del PAR (Partido Aragonés). El pasado 27 de septiembre el Gobierno de Aragón había concedido la Medalla al Mérito Turístico a ese santuario; y ayer, 26 de octubre, el papa Francisco recibía en el Vaticano a Lambán y al arzobispo de Zaragoza, Carlos Escribano. Lambán le pidió al Papa que “rehabilite” de alguna manera a Benedicto XIII, coincidiendo el próximo año con el sexcentésimo aniversario de su muerte en Peñíscola para que deje de ser considerado antipapa. Según sostiene Lambán, el illuecano Pedro Martínez de Luna fue el gran promotor del Compromiso de Cape y uno de los clérigos que auspiciaron la boda clandestina de los Reyes Católicos en 1469, en Valladolid, para lo que fue necesario falsificar documentos, es decir, una bula de Pío II, que llevaba cinco años muerto. Aquel engaño les costó la excomunión a los dos contrayentes y al enfrentamiento de Isabel con el titular de la corona de Castilla, Enrique IV. Posteriormente, la Bula de Simancas legitimó el matrimonio. Ambos eran bisnietos de Juan I de Castilla y de Leonor de Aragón. Por aquello de que el Pisuerga pasa por Valladolid, aprovechó Lambán para recordarle al papa Francisco la buena relación de Aragón con el papado desde el año 1069, cuando Sancho Ramírez visitó a Alejandro II para conseguir que el Papado legitimara el naciente Reino de Aragón hasta entonces condado de Navarra, y que obtuvo tras el pago de un importante tributo y de declararse vasallo del obispo de Roma. De paso, Lambán invitó al papa Francisco a visitar Aragón. Del coste económico de esa posible visita no hablaron. Lambán sabe que dispara con pólvora del rey. Parece increíble cómo una Comunidad que tiene listas de espera para operaciones en hospitales públicos de casi un año y visitas a ambulatorios de semanas, se permita el lujo de hacer  esos brindis al sol, o sea, subvencionar a una secta católica de ricos con dinero público por “promocionar -dicen- el turismo religioso”; hacer un viaje a Roma innecesario a todas luces; e invitar al Papa a visitar Aragón sin considerar de antemano los costes para el Estado que ello acarrearía. El pío Lambán, a mi entender, ha perdido el oremus, o no se entera de la que está cayendo. Haría bien en dejar un cargo político que le viene grande y marcharse a ejercer de sacristán en un cenobio. Con algo de suerte, leyendo “Camino” y aplicándole la Iglesia el procedimiento de urgencia hasta podría llegar a los altares a la alta velocidad de Escrivá de Balaguer, que fue un visto y no visto. Bueno, le faltaría el milagro necesario para ser inscrito en el Libro de los Santos. El milagro de Escrivá fue la curación de una monja carmelita desahuciada por los médicos  en 1976. El prodigio de Lambán está todavía por producirse, aunque todo llegará si sigue haciendo caso al iluminado  Arturo Aliaga y manteniendo un contacto estrecho con la Divinidad a través de Carlos Escribano, ese arzobispo de cara bonachona y aspecto de pulpeiro lucense.

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