miércoles, 5 de octubre de 2022

Entre el fervorín y el tabú

 


Ya empiezo a ver estanterías con turrones en las grandes superficies, y en Zaragoza huele a unas fiestas patronales donde el circo se montará en la plaza del Pilar con la ofrenda floral, como todos los años, y la “oktoberfest” en Valdespartera, por no mezclar lo divino con lo humano. Aquí, de la misma manera, pasaremos de la ofenda de gladiolos y claveles a la Pilarica a los crisantemos a los difuntos con solo quince días de diferencia; y del cachirulo, los calzones  y el mantón de Manila del traje regional femenino a los disfraces negros con esqueletos blancos y las máscaradas del Halloveen, terroríficamente divertido, en ese mismo tiempo. Es decir, que pasaremos en medio mes de una fiesta religiosa en honor de una pequeña imagen izada sobre una columna con manto trapezoidal a otra fiesta profana basada en un festival gaélico con raíces paganas donde se hacen hogueras, se practica el “truco o trato” y se tallan calabazas en honor a Pomona, diosa de los árboles frutales, o a la fiesta de los muertos llamada Parentalia, que ya no sé con qué carta quedarme. Los fastos siempre mueven dinero, atraen foráneos, producen euforia y calman ansiedades. Del mismo modo, el 12 de octubre es la Fiesta Nacional, que coincide con la fecha del descubrimiento de América y con una parada militar presidida por el jefe del Estado donde desfilan hasta la Legión y la cabra. Pues bien, aquella madrugada, en 1492, un marinero de la Pinta, Juan Rodríguez Bermejo, más conocido como Rodrigo de Triana, divisó Guanahaní, una isla de las Bahamas, mucho antes de que se convirtiera en paraíso fiscal  y en parte de uno de los países que se niegan a firmar el acuerdo multilateral de intercambio automático de información, donde algunos contribuyentes españoles ocultan tres veces más dinero que en la colonia inglesa de Gibraltar. Los carpetovetónicos nos movemos entre el fervorín, el tabú y la picaresca; entre la superstición, la sal derramada, la mala sombra de la higuera, los remedios caseros para ahuyentar la mala suerte y el miedo al abismo. Todo ello forma parte de nuestra cultura colectiva.

 

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