martes, 29 de noviembre de 2022

Aprovio y oprobio

 



Jorge Bonsor fue un buscador de tesoros nacido en Lille (Francia) en 1855 y muerto en  Mairena del Alcor en 1930. Llevó a cabo excavaciones en la Necrópolis de Carmona en 1883 y fue muy conocido en la Andalucía del siglo XIX. Años más tarde, Jorge Maier Allende, pionero de la arqueología tartésica, hizo una recopilación de las cartas de Bonsor en el libro “Epistolario de Jorge Bonsor  (1886-1939)”. Tartessos, al sudoeste de la Península Ibérica, fue un lugar lleno de misterios y mitos griegos, ya descrito en “La Ilíada” como un lugar plagado de peligros. Allí se encontraba  el Tártaro, el peor de los infiernos, cerca de la isla de Eritia, donde habitaban las Hespérides y donde Hércules levantó las dos columnas que hoy constituyen el Peñón de Gibraltar, en la Península, y el monte Hecho, en Ceuta. En la recopilación de cartas referida, Bonsor aparece la palabra “aprovio”, que es el arma  usada por el diablo en contra de los hijos de Dios. No debe confundirse con “oprobio”, entendido como ignominia, afreta, deshonra. En la carta número 5, que escribe Salomón Reinach desde Berlín a Jorge Bonsor y fecha el 25 de marzo de1898, éste comienza: “Muy Sr. mío y de mi mayor aprovio…”. Y en el poema “Décimas nuevas para cantar por el punto de La Habana” se dice: “Está tan adelantada / la humana generación /el amor tan en acción / la pasión tan desalada; /que sin aventurar nada, / es un argumento obrio (sic), / que de sí misma es aprovio (sic) / y espera tristezas miles, / la que llegue a veinte abriles / y no le saliese novio”. (Sevilla. Imprenta de de D.J.M. Moreno).

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