jueves, 10 de noviembre de 2022

Nadie en el Tercio sabía...

 

Ayer, día en el que Madrid celebraba la fiesta de su patrona, el alcalde Martínez Almeida aprovechó para inaugurar un monumento a la Legión con la ausencia de la ministra de Defensa, Margarita Robles, que declinó la invitación, al que acudió un grupúsculo de salvapatrias aireando banderas, saludando a la romana y vitoreando a Franco y a Millán Astray, que fundó ese cuerpo de choque en Ceuta en 1920, encuadrado en el Ejército de Tierra y fijándose en el modelo francés de la Legión Extranjera, mediante un Real Decreto de 28 de enero firmado por el entonces ministro de la Guerra, José Villalva. Con anterioridad (1911) el general Berenguer había fundado la unidad de Regulares, que no satisfizo las expectativas puestas en ella. La Legión, como digo, fue un complemento a los Tabores, grupos de indígenas que a las órdenes de oficiales españoles servían de fuerzas de choque contra los rifeños. “Pero su carácter de nativos -como bien indicaba José Ramón Navarro Carballo en un interesante trabajo- no inspiraba gran confianza a los oficiales que temían que se les revolvieran cuando la situación se tornara puntualmente insegura”. Tuvo tres nombres: Tercio de Marruecos (febrero de1925); El Tercio (mayo de 1925); y, finalmente, La Legión (mayo de 1937). En los alistamientos, los voluntarios buscaban una redención a sus culpas con aquella segunda oportunidad que se les ofrecía aliñada de cierta mística y el culto a la muerte. Para Millán Astray, cada legionario debía ser una especie de samurái (bushi). Al menos así lo entendía él, tras haber leído el “Bushido” (traducido, “El camino del guerrero”) publicado en 1895 por Inazo Nitobé, catedrático de la universidad Imperial de Tokio, donde se exponían al detalle los principios de los clásicos guerreros japoneses; y que Millán Astray lo encontró en Filipinas. El “Bushido” era  un conjunto de principios que preparaban a un hombre para pelear sin perder su humanidad,  para dirigir y comandar sin perder el contacto con los valores básicos y su aceptación de la muerte. Por cierto, en Zaragoza, el 15 de octubre de 1974, se inauguró un monumento a la Legión en los pinares de Venecia en presencia del entonces príncipe de España, Juan Carlos de Borbón, acompañado del ministro del Ejército, Francisco Coloma Gallegos, con una misa celebrada sobre el basamento que alberga una cripta. Se erigió a instancias de la “Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios”  de Zaragoza  mediante suscripción popular y la ayuda económica del Estado. Ese monumento sufrió muchos actos vandálicos y en 2006 tuvo que ser reparado. Añadiré un detalle. Cuando yo lo visité, hace ya un porrón de años, existía una placa conmemorativa  en la que ponía  “se inaguró” en vez de “se inauguró”. Supongo que a día de hoy se habrá corregido esa falta ortográfica que nadie en el Tercio sabía…

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