miércoles, 23 de noviembre de 2022

El juego de la Oca de Belarra

 


En España, una de dos: nos pasamos o no llegamos. Estoy de acuerdo en que debe existir una “ley de Bienestar Animal”. Los animales merecen respeto y deben ser castigados con rigor aquellos tipejos que los maltratan. Pero, según el anteproyecto de ley propuesto por el Ministerio de Asuntos Sociales y Agenda 2000 cuya responsable es la ministra Ione Belarra, podría darse el caso de que cualquier perro, aunque se trate de un caniche de kilo y medio de peso, estará obligado a llevar bozal cuando salga a la calle si no supera un test de sociabilidad y su dueño no hace un cursillo obligatorio sobre el manejo de mascotas. Así lo dice el artículo 30 de ese anteproyecto de ley: “Las personas titulares junto con sus perros deberán realizar un test para valorar su aptitud para desenvolverse en el ámbito social”. Da igual que se trate de una persona joven que de una viejecita que apenas sale de casa y que cuenta con un perrillo de compañía. Hasta ahora existía una lista de perros peligrosos, que eran ocho: pit bull, rottweiler, dogo argentino, staffordshire, bull terrier, american staffodshire terrier, fila brasileiro, tosa inu y akita inu. Pero con la nueva ley, de aprobarse en el Congreso, desaparecerá rol  de perros peligrosos, que será sustituida por la de “perros de manejo especial”. Las pruebas necesarias para conseguir  el necesario “test de sociabilidad “ se dividirán en dos partes (como sucede en con el actual “permiso de conducción”). Uno, en la evaluación del  comportamiento del perro en un  circuito cerrado;  y otro, en  la evaluación de ese mismo comportamiento en un  entorno urbano. Lo que ya no sabemos es si el propietario del animal se verá en un  próximo futuro obligado a asistir a clases teórico- prácticas en una academia especializada, como sucede con las autoescuelas;  cuánto constarán las tasas de examen; si a los dueños de animales que superen las pruebas les harán entrega de un carné con foto incorporada; para qué raza de perros les habilitará el carné a sus respectivos dueños: si bull terrier, dogo argentino, o chihuahua, pomerania o pequinés;  si los carnés expendidos por el organismo oficial tendrán fecha de caducidad y deberán ser renovados;  si se quitarán puntos en el carné por cada infracción cometida, o sea, cuando defecan y no se limpia el excremento o cuando el animal levanta la pata, orina en una farola y el dueño no lleva agua para su limpieza; etcétera. Como decía un conocido mío de Vilasar de Mar, en la provincia de Barcelona, cuando algo no se amoldaba en su mollera: “Todo parece muy complexo”. Deberá ser la podemita  Ione Belarra la que nos saque de este dédalo, en el supuesto de que ese anteproyecto de ley pueda salir adelante antes de que esa pamplonesa bote de su poltrona por el capricho de las urnas. Es decir, antes de que su ficha roja en ese juego de la Oca caiga en la casilla 31: el pozo.

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