El juego de la Oca de Belarra
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En España, una de dos: nos pasamos o no llegamos. Estoy
de acuerdo en que debe existir una “ley de Bienestar Animal”. Los animales merecen respeto y deben ser castigados con rigor aquellos tipejos que los maltratan. Pero, según el
anteproyecto de ley propuesto por el Ministerio de Asuntos Sociales y Agenda
2000 cuya responsable es la ministra Ione
Belarra, podría darse el caso de que cualquier perro, aunque se trate de un
caniche de kilo y medio de peso, estará obligado a llevar bozal cuando salga a
la calle si no supera un test de sociabilidad y su dueño no hace un cursillo
obligatorio sobre el manejo de mascotas. Así lo dice el artículo 30 de ese
anteproyecto de ley: “Las personas titulares junto con sus perros deberán
realizar un test para valorar su aptitud para desenvolverse en el ámbito social”.
Da igual que se trate de una persona joven que de una viejecita que apenas sale
de casa y que cuenta con un perrillo de compañía. Hasta ahora existía una lista
de perros peligrosos, que eran ocho: pit
bull, rottweiler, dogo argentino, staffordshire, bull terrier,
american staffodshire terrier, fila brasileiro, tosa inu y akita inu.
Pero con la nueva ley, de aprobarse en el Congreso, desaparecerá rol de perros peligrosos, que será sustituida por la
de “perros de manejo especial”. Las
pruebas necesarias para conseguir el
necesario “test de sociabilidad “ se
dividirán en dos partes (como sucede en con el actual “permiso de conducción”). Uno, en la evaluación del comportamiento del perro en un circuito cerrado; y otro, en la evaluación de ese mismo comportamiento en
un entorno urbano. Lo que ya no sabemos
es si el propietario del animal se verá en un
próximo futuro obligado a asistir a clases teórico- prácticas en una
academia especializada, como sucede con las autoescuelas; cuánto constarán las tasas de examen; si a los
dueños de animales que superen las pruebas les harán entrega de un carné con
foto incorporada; para qué raza de perros les habilitará el carné a sus respectivos
dueños: si bull terrier, dogo argentino, o chihuahua, pomerania o pequinés; si los carnés expendidos por el organismo
oficial tendrán fecha de caducidad y deberán ser renovados; si se quitarán puntos en el carné por cada
infracción cometida, o sea, cuando defecan y no se limpia el excremento o
cuando el animal levanta la pata, orina en una farola y el dueño no lleva agua
para su limpieza; etcétera. Como decía un conocido mío de Vilasar de Mar, en la
provincia de Barcelona, cuando algo no se amoldaba en su mollera: “Todo parece
muy complexo”. Deberá ser la podemita
Ione Belarra la que nos saque de este dédalo,
en el supuesto de que ese anteproyecto de ley pueda salir adelante antes de que
esa pamplonesa bote de su poltrona por el capricho de las urnas. Es decir,
antes de que su ficha roja en ese juego de la Oca caiga en la casilla 31: el
pozo.
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