Pues nada, esto parece “El hospital de los dormidos”. Nos pasamos el día mirando el redrojo alfalfero mientras los grajos de la política, cerca de la nube, nos miran por tratar de ver nuestra intención de voto, ahora que se acercan las "municipales" y los alcaldes empiezan a adornar las calles con luces navideñas que nos invitan a salir a orearnos, a observar escaparates y a poder comprobar in situ cómo están llenando de colorines los espacios públicos. Los médicos de Atención Primaria están que trinan, los transportistas amenazan con huelgas y hasta la prisión de Zuera puede quedarse sin médicos. En este teatrillo urbano ya se está montando el belén gigante en la plaza del Pilar, Azcón a lo suyo con su plan sobre La Romareda, que es lo que atrae votos, y los turolenses, sin mejor cosa que hacer, está dispuesto a recrear la visita de Alfonso XIII a Teruel en 1904 donde solo estuvo unas horas, con una fiesta modernista. Pero ya puestos a recrear, también pueden hacerlo con una visita anterior, la de Fernando VII; la de Isabel de Borbón, conocida como La Chata, en 1912; la del general Primo de Rivera, en 1927; la fallida de Manuel Azaña para dar un mitin en 1933; y la de Franco, que fue una afrenta a la ciudad ya que, después de haberla apadrinado y declararla “mártir” tras la Guerra Civil, tardó más de 14 años en visitarla, que no lo hizo hasta en 1953. Aquí va haciendo falta que llegue otro Francisco García Pavón para que Plinio, el mejor policía de toda La Mancha y el veterinario don Lotario se den paseos higiénicos y nos hagan los cronicones de una Comunidad, la nuestra, donde nunca pasa nada digno de mención. Si acaso, ser conscientes y estar hartos de ver desnudas las mismas miserias.
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