viernes, 27 de octubre de 2023

Dos bodas polémicas

 


El poder terrenal de la Iglesia Católica es incuestionable en España, pese a que según una investigación del Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo (y así lo leo hoy en el diario  El País) se estiman en 440.000 los casos de pederastia silenciados por la Conferencia Episcopal. Pero esa misma poderosa Iglesia puso muchas pegas en 1902  a las bodas por lo civil de dos hermanas con sus respectivos novios, hasta el punto de que tuvieron que apostatar. Un matrimonio por lo civil convertía a la mujer en “pecadora” y las presiones fueron la causa de que se reconsiderase tal “anómala” situación. Así, dos años más tarde, tuvieron que casarse “como Dios manda”. Para ello se vieron obligados ambos matrimonios a adjurar de rodillas ante el obispo y con los evangelios en la mano. Además, para que esa unión canónica fuera válida, tuvieron que aportar 395 pesetas de entonces por la dispensa requerida por el Obispado, o sea, 20 pesetas más que las exigidas en principio. Y como dispensa adicional, se impuso a las dos parejas que volvían al redil estar cuatro días consecutivos separados de todo trato y comunicación pecaminosa entre sí. Ambas, Bárbara y Claudia, eran las hijas de Ambrosio Santiago, afamado comerciante y dueño de la conocida mercería “El Redondel”. A aquel comerciante le habían parecido caro el desembolso de 375 pesetas que se les exigía para poder casarse por la Iglesia y de ahí que se tomase una decisión distinta y que ese dinero revirtiese en el Ayuntamiento para obras de beneficencia. El Correo de Zamora, tradicionalista y católico, inició las protestas. Sin embargo, otro diario, El Heraldo de Zamora, más liberal, salió en defensa de la decisión de los novios. El resultado fue que la sociedad zamorana de entonces se polarizó entre defensores y detractores. Como curiosidad, en aquella boda de las dos hermanas celebrada por lo civil el 16 de julio de 1902 se interpretaron “La Marsellesa” y el “Himno de Riego”, y el banquete posterior se celebró en el Café París.

 

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