viernes, 20 de octubre de 2023

Tenebrarios

 

Los tenebrarios son una especie de candelabros triangulares de grandes dimensiones que se utilizaban en los templos como soporte de cirios durante la celebración del Oficio de Tinieblas (Officium tenebrarum), una liturgia que recordaba la pasión y muerte de Jesucristo. Durante esta ceremonia, los cirios se apagaban gradualmente, excepto el cirio de la Virgen, sumiendo al templo en la oscuridad como símbolo de la agonía del Redentor en el Monte Calvario. El Concilio Vaticano II terminó con esa macabra práctica. En la catedral de Sevilla existió un tenebrario artístico que se perdió hace muchos años y nadie supo nunca dónde se ocultaba. Sobre ese tenebrario se han escrito cientos de leyendas. Unos afirmaban que desapareció durante la Desamortización, otros entendieron que estaba oculto en algún pasadizo, y hay quien afirmaba que se vendió a un anticuario. Lo cierto es que nunca ha vuelto a aparecer ni se tiene idea sobre dónde puede encontrarse. El tenebrario desaparecido era obra del fundidor  Andrés de Ocampo, que lo hizo en 1598, y en él aparecían en 14 relieves los apóstoles, algunas figuras de mujer y la Virgen. A ese tenebrario le acompañaba un matacandelas que terminaba en forma de mano y que simbolizaba la mano de Judas Iscariote. En la actualidad, en la catedral de Sevilla existe otro tenebrario el siglo XVI entrando por la Puerta de la Asunción. Tiene 18 metros de altura y es obra de Bartolomé Morel, también fundidor del giraldillo, nombre popular de la escultura de bronce en forma de mujer y 3’47 metros de altura, provista de túnica, con una palma en la mano y cubierta de un casco rematado en una corona con doce flores de lis. Forma parte de la veleta que mueve a su antojo ese ventolín silente y lúgubre que hace doblar los cadáveres. En Sevilla todo es posible. Por esa razón, ay, los vencejos acharolados y limpios siempre visten de luto cuando planean sobre el Puente de Triana, que es el color del desconsuelo.

 

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