viernes, 6 de octubre de 2023

Pan y toros

 


Perdonen que copie el título de una zarzuela en tres actos, con música de Francisco Asenjo Barbieri y libreto de José Picón. Lo cierto es que mañana, 7 de octubre, la ciudadanía acudirá en tropel en la atardecida a oir el Pregón. Los asistentes a la zaragozana plaza del Pilar podrán escuchar el chupinazo, la jota en cheso “S'ha feito de nuey”  y comprobar el cuidado esmalte de la dentadura de la alcaldesa Natalia Chueca cuando se ríe, que es como ver un anuncio de “denticlor”, o como la luna llena que, como dejó escrito Ramón Gómez de la Serna en una de sus greguerías, “es una cámara fotográfica que solo gasta una placa cuando ve un crimen”. Después, unos atronadores fuegos artificiales y la bulla masificada atropellando con la fuerza de un patinete por la acera. La prensa aragonesa da una de cal y otra de arena. Por un lado informa de los actos previstos para la fiesta pilarista; por otro, aconseja lugares “llenos de encanto” para estar tranquilos fuera de la urbe durante la turbulencia civil. Los camareros, por otro lado, amenazan con ir a la huelga. Eso no se lo cree nadie. Un conjunto atomizado y mal pagado como es el hostelero siempre encuentra “repuesto” en los estudiantes deseosos de ganar algo de dinero. Los empresarios lo saben y se esconden para reírse. Como bien señala Inma Marín en El Periódico de Aragón, “los contratos en hostelería se han incrementado en el 20% en el último año. Sin embargo, las contrataciones se producen en torno a un escenario de incertidumbre donde cada vez es más complicado encontrar personal que pueda conciliar su vida personal con jornadas laborales en festivos y fines de semana”. Hay que dignificar la profesión, es decir, tener un tiempo para el trabajo (siempre ajustado a las ordenanzas del Estatuto de los Trabajadores) y un otro de ocio para acompañar a los hijos a montar en los tiovivos. Las peregrinas teorías de José Luis Yzuel, presidente de la Hostelería en España, afirmando que toda la vida en hostelería hemos hecho media jornada, de 12 a 12” es propia de un descerebrado que solo merece mi desprecio.

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