martes, 24 de octubre de 2023

Catarata de abatimiento

 


Estoy horrorizado. Acabo de leer en El Progreso, de Lugo, que la inflación dispara el precio de los churros. Por el efecto dominó cualquier día llegaremos a darnos cuenta de que la escalada de precios será la culpable de que no podamos ya ni comer un plato de lacón con grelos, o de pulpo á feira, o una porción de la sabrosa empanada, o los pimientos de Padrón (que por desgracia nos llegan de Marruecos), o la insuperable tortilla española sin cebolla al estilo betanceiro, como la que cocinaba hace un siglo en el restaurante “La Casilla” Angelita Rivera, o sea, poco cuajada, con muchos huevos camperos de corral y la patata ( variedades “Kennebec blanca” o “agria”) cortada en lonchas muy finas a modo de lascas y fritas, algo tostadas en sus bordes. La proporción correcta es de tres huevos por cada patata de tamaño mediano y el aceite siempre puro de oliva, mejor si es de la variedad arbequina. Respecto al pulpo, cuentan los entendidos que el mejor pulpo á feira es el que se hace en Carballino, en la provincia de Orense, siempre tan presente en las romerías como el sonido doliente de la muñeira de Chantada. Lo tradicional manda cocer el pulpo en caldero de cobre y, más tarde, cuando el agua comienza a hervir,  hay que sacarlo y meterlo tres veces para que se ablande. Luego se cortará en tacos y se pondrá sobre un plato de madera con un choro de aceite, sal gorda y mucho pimentón. Pero, como decía al principio, lo que me espanta es que la inflación dispare el precio de los churros. En España, el día que dejemos de ver barracas de churreros en las ferias cerca de los tiovivos, del tren de la bruja, o de los autos de choque, sentiremos que una catarata de abatimiento se nos viene encima con la inesperada rapidez con el que se precipita, ¡ay!, un trozo de merengue sobre la camisa de los domingos.

 

No hay comentarios: