Flatulencias

 

Hoy, el diario ABC cuenta algo que me parece interesante: el olor de los pedos. Así, me entero por Jorge Herrero que un experto, el doctor Ali Rezaie, revela que los alimentos que producen pedos de peor olor tienen su origen en los carbohidratos, especialmente los insolubles, que actúan como combustible de alto índice de octano para las bacterias residentes en el colon. También determinó ese médico que las flatulencias de mal olor se atribuyen al sulfuro de hidrógeno. Por asociación de ideas, me ha venido a la cabeza la “Defensa del pedo”, de Manuel Martí (Sevilla, Biblioteca humorística, 1901), que en realidad se llama “Descripción de seis clases de pedos, o seis razones para conservar la salud predicadas el Martes de Carnaval por el padre Barnabás”, que divide en dos puntos. En el punto primero, su autor se pregunta: “¿A quién se le hubiera ocurrido hacer un órgano, si antes no hubiese comprendido perfectamente el origen y la naturaleza de un pedo? Tantos conductos, tantos poros ventosos, tantos cilindros de diverso tamaño la tal bella invención de los fuelles; todo esto, en fin, ¿habría salido a la luz, si de antemano no hubiese sabido que el viento comprimido, al recibir súbitamente la libertad, produce un ruido proporcional a la abertura que encuentra? Más adelante, Martí describe las seis clases de pedos existentes: brutal, disminuido, almibarado, albardado, musical y tímido. El brutal es como un escopetazo; el disminuido se asemeja a un clarín; el almibarado es más aflautado; el albardado se acompaña de pastosos churretes; el musical se divide en varias partes; y el tímido es el que carece de ton y son. En la segunda parte, Martí entiende que todos llevamos una farmacia completa encerrada en un solo bote. Otro día, con más tiempo, habré de referirme al eructo, o regüeldo, sobre el que decía Quevedo: “Es un pedo mal logrado,/ según lo que escribe Angulo;/ pues de puro desdichado/ no pudo llegar al culo”. Terminaré con un refrán: "Cuando regüelda el cabrero ya le cabe otro caldero".