martes, 3 de octubre de 2023

Dulces monacales

 

A estas alturas del año solo falta por celebrarse san Froilán en León y Lugo y los pilares en Zaragoza. Por san Froilán se devora pulpo a feira en Lugo y cecina en el Barrio Húmedo de León. Y durante los pilares se cierra la temporada taurina y se colocan toneladas de flores al templete de la Virgen colocado en la plaza de las Catedrales. Cuando todo ello acabe, la gente pensará en el "Halloven",  la fiesta pagana importada de la cultura anglosajona que tiene lugar la víspera de Todos los Santos, donde la ciudadanía sale a la calle con máscaras, disfraces y maquillajes terroríficos. En España lo tradicional, al menos hasta hace poco, era representar en los teatros la obra de “Don Juan Tenorio”, de José Zorrilla, donde en Sevilla Tenorio hace una apuesta con Luis Mejía en su pretensión de enamorar a la monja Inés. Y como una cosa lleva a otra, un día apareció la receta culinaria de los “suspiros de monja”, unos buñuelos creados accidentalmente el día que una religiosa dejó caer en aceite muy caliente un  pedazo de pasta choux, que se utiliza para hacer profiteroles. También están relacionados con el Día de Difuntos los huesos de san Expedito. Según cuenta Lancelot Sheppard en su libro "Los santos que nunca fueron santos" (1969), en 1781 las monjas de un convento de París recibieron un paquete con unos huesos no identificados. En la parte superior de la caja, el remitente había escrito "Spedito", es decir, "correo exprés", probablemente para que el paquete llegara más rápidamente. Sin embargo las monjas entendieron que los huesos pertenecían a san Spedito y relacionaron las reliquias con un mártir desconocido llamado Expeditus, patrón de Achiriali (Sicilia), que aparecía en un Martirologio italiano de la época. Comenzaron a rezarle y cuando sus oraciones se vieron atendidas, su veneración se extendió por toda Francia. Más tarde, tras la corrección del Martirologio, Pío X, en 1906, ordenó su retirada por falta de pruebas de su existencia histórica. Menos mal que los huesos de san Expedito, en forma de dedo y con una masa similar a la de las rosquillas de anís, se siguen degustando, como los amarguillos almendrados que elaboran las dominicas del monasterio Sancti Spíritus, en Toro (Zamora); las yemas de san Leandro, en el monasterio del mismo nombre en Sevilla; las tejas del Real Monasterio de Santa Ana, en Badajoz; o las diversas mermeladas del monasterio de Santa María de Huerta (Soria), por citar algunos famosos productos elaborados en el silencio de la clausura.

 

No hay comentarios: