jueves, 19 de octubre de 2023

Los tiempos cambian

 


Me entero de que la taberna “La Solía”, en Liaño, en Cantabria, propiedad del coctelero Óscar Solana, ha decidido  cobrar 1,50 euros a todo aquel que decida permanecer en el local, sentado en una mesa de velador y sin consumir nada aunque vaya acompañado de otros que sí consuman. Esta medida está pensada para aquellos grupos en los que solo algunas personas de las que se reúnen deciden consumir, y ocupar, por ejemplo, una mesa para seis clientes cuando solo consumen cuatro de ellos. Hay excepciones, como cuando acuden unos familiares con hijos pequeños o un pariente muy anciano. La taberna “La Solía”, en Liaño (Cantabria) ha decidido poner una solución a este problema. Veo acertada la medida disuasoria, dando por hecho que no se trata de hacer negocio sino de concienciar a los clientes de que a todos los establecimientos de hostelería se va para consumir. Encuentro peor que en otros locales te informen al llegar del tiempo que puedes permanecer sentado a la mesa, como sucede en las hamburgueserías que  “Goyko” tiene repartidas por España. Pero el que avisa no es traidor. El cliente, al aceptar las condiciones sabe si decide o no entrar. Lo que nunca es de recibo es que en la carta de algunos restaurantes omitan los precios de algunos platos y lo sustituyan por la coletilla “según mercado”, que es lo mismo que decir “facturaré lo que me dé la gana”, o cobren por el uso del cubierto o por cosas que no has pedido y que tampoco has probado. Distinto es que te cobren por una botella de un vino infame 150 euros si tal precio figuraba en la carta. Si lo has pedido, apechuga. En fin, como dice un conocido de barra, hay que saber con quién te juegas los cuartos si no quieres morir en la folla. Por todos es conocido el motivo por el que desaparecieron los viejos cafés. Podías pedir al camarero una pinta de cerveza, encender un cigarro "farias" y permanecer toda la tarde apoltronado y caliente en un diván pensando en las musarañas, leyendo a Pemán en el ABC, o ensimismado mirando el trasiego de la puerta giratoria como el que ve llover. Las cajas registradoras sabido es que no están de adorno.

 

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