lunes, 16 de octubre de 2023

Merienda de negros

 


Los premios literarios siempre me parecieron sospechosos. Hasta dudo que el primer premio del “Teruel” de relatos que me otorgaron hace ya bastantes años me lo mereciese. Recuerdo que lo escribí con la mejor intención, pero aseguraría sin riesgo de equivocarme que en aquella convocatoria concreta hubo relatos de mejor calidad que el mío. ¿Por qué razón fui premiado? Posiblemente fue porque por aquellos días era articulista diario de ABC en las páginas de Aragón. Lo de las plicas tampoco termina de convencerme. Mi duda está en si los premios literarios necesitan tener siempre un ganador, o en ocasiones solo merecen un modesto accésit por carecer de la calidad necesaria a criterio del jurado, o se le invita a alguien a que escriba una novela un año antes de concederse el premio dando por hecho de que va a ser para él. Recuerdo que en cierta ocasión me presenté a un concurso literario patrocinado por el Ayuntamiento de Zaragoza. Aquel año no hubo ganadores a criterio del jurado, solo  dos accésits: uno para José Miguel Martínez Urtasun y otro para mí. Y ahí quedó la cosa. Pero si existe el “tongo” en el boxeo, ¿por qué no puede existir fraude en los premios literarios? Llegados a este punto, es triste reconocer que el resto de los trabajos presentados a un concurso, el que sea, significa que los escritores que se presentan solo son “sparrings” en un cuadrilátero donde éstos son conocedores de antemano que caerán al suelo en el primer asalto. Y sin embargo concurren aún a sabiendas de que la suerte está echada y que, cuando se presentan a concurso, están en un punto de no retorno. ¿Acaso los escritores son masoquistas? Hoy, en El Correo de Andalucía, Gabriel Ramírez mete el dedo en la llaga. Escribe: Ya hace muchos años un escritor veterano, de esos que se han hinchado a vender libros y a ganar premios literarios, me dijo que no me presentara a ningún premio sin tener claro que lo iba a ganar. Eso no se puede saber, tener claro estas cosas parece imposible, le dije. Siempre se sabe con un año de antelación, contestó”. (…) “Ayer, han anunciado quién era la ganadora del Premio Planeta de Novela de este año. Editorial Planeta le encargó una novela a Sonsoles Ónega (ya se pueden poner como se pongan, ya pueden negar esto una y mil veces, ya pueden patalear de rabia... esta es la verdad), Sónsoles Ónega es una estrella de Atresmedia que pertenece al Grupo Planeta y estos han otorgado el Premio Planeta a la señora Ónega. Yo me lo guiso y yo me lo como”. En fin, será necesario leer la novela para poder juzgarla y más tarde, si acaso, escribir una crítica. Pero sigo sin fiarme. Aclaro que la “merienda de negros” era una expresión del siglo XIX que nada tenía que ver con la antropofagia, sino con ciertas reuniones africanas donde primaba el bullicio hasta que todo se desbarataba después de haber ingerido mucho alcohol. No está en mi ánimo ser racista, o sea.

 

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