jueves, 26 de octubre de 2023

El final de un viejo oficio

 


Me entero de que la afección por hongos ha echado a perder la cosecha de castañas en Galicia, Asturias y buena parte de León. Hoy, María Carro, en Diario de León, afirma que “las altas temperaturas unidas a las condiciones previas de humedad por las lluvias caídas antes fueron el caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de hongos que, aprovechando la debilidad de los árboles por el ataque de la avispilla, han pasado al fruto invalidándolo para cualquier uso”. En consecuencia, será difícil que veamos la estampa costumbrista de las castañeras con su pequeño anafre y sus tenacillas este invierno en el centro de nuestras ciudades. Decía Gómez de la Serna que “la castañera asa los corazones de invierno”. Recuerdo una entrevista que Rubén López  le hizo a Pilar Monzón (El Periódico de Aragón, 17/11/2020) dónde esa castañera afirmaba ser la más antigua de Zaragoza. Vendía castañas asadas en la plaza  de San Miguel desde 1983 y se quejaba de que la pandemia de coronavirus había desplomado sus ventas. Señalaba que a sus 67 años aguantaba peor el frío, sobre todo los días de niebla y se lamentaba de que el viejo oficio tendía a desaparecer, que el Ayuntamiento no concedía más licencias. Hoy he querido ilustrar mi trabajo con un pequeño cuadro en papel lienzo (35x30 cm) de Augusto Ferrer-Dalmau donde su autor recrea el momento en el que una castañera entrega un cucurucho a un soldado de caballería de la Guardia de Corps. La escena está situada en la madrileña Puerta del Sol en 1807. Al fondo puede verse la iglesia de Nuestra Señora del Buen Suceso, edificada donde con anterioridad estuviese la ermita y humilladero de San Andrés, derribada en 1854 tras la desamortización de Mendizábal. Su reloj (de una sola manecilla) fue trasladado a la Casa de Correos. En el solar de la iglesia derribada se construyó el Grand Hôtel de París, y en su tejado a mediados del siglo XX  se instaló el anuncio luminoso del "Tío Pepe". Por cierto, aquel viejo reloj se sustituyó por otro, donado por José Rodríguez Conejero (más conocido por Losada por su lugar leonés de nacimiento) e inaugurado el 19 de noviembre de 1866.

 

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