martes, 16 de julio de 2013

Belchite y las visitas guiadas




Aquí el que no corre, vuela. Se cobra por visitar todo, catedrales, museos diocesanos…, y desde el pasado marzo, para estar en línea con la Iglesia Católica, el Ayuntamiento de Belchite cobra entrada por visitar las ruinas del otro Belchite, del Belchite donde nació Santiago Lorén, del Belchite que ya sólo es una casa  con goteras. Ahora sólo se permiten visitas guiadas a 6 euros por persona. Juan Antonio Antón, concejal de Turismo, contaba el pasado mes de abril a un periódico local que “existe peligro de derrumbes”. Hombre, concejal, los peligros acechan tanto si uno se acerca por libre como si acude en visita guiada. Estas cosas son como los aludes de montañas, que surgen cuando menos te lo esperas. También señaló el concejal Antón que antes de proceder al vallado del recinto “había expolios y destrozos en el patrimonio”. Tampoco hay que exagerar, Antón, que las ruinas de Belchite no son ni el Partenón ni el Coliseo ni el Valle de los Reyes. Fue un pueblo aragonés donde murieron alrededor de 5.000 ciudadanos en catorce días de combate durante el verano de 1937. Terminada la contienda, Franco decidió no reconstruir el pueblo sino crear uno nuevo al lado, utilizando prisioneros republicanos como mano de obra. Las ruinas del anterior pueblo se dejaron tal cual, o sea, en un estado lamentable. Más tarde aparecerían leyendas urbanas sobre psicofonías y apariciones al estilo de las que se cuentan sobre los viejos e inutilizados sanatorios antituberculosos, como el de Agramonte, en las faldas del Moncayo Pamplinas. El hecho cierto es que el Ayuntamiento de Belchite ya lleva recaudados desde marzo pasado por el concepto de visitas guiadas  más de 16.000 euros. Ahora sólo hace falta que la alcaldesa socialista María Ángeles Ortiz Álvarez, organice “perfomances”, con el factor añadido de la improvisación que tanto gusta a los turistas. Se puede comenzar teatralizando durante las noches de verano lo que significó la Taifa de Zaragoza a la que Belchite pertenecía, su conquista  por Alfonso I de Aragón y la creación de la primera imitación a la Orden del Temple, para más tarde dar un salto en el tiempo hasta 1809 con la batalla contra los franceses y, a continuación, pasar a la otra gran batalla, la de 1937, en plena Guerra Civil, que destruyó completamente el pueblo. Todo ello, para asegurar su éxito, debe estar aderezado con luz y sonido, poniendo la guinda final una voz en “off”  que diga a los ensimismados turistas: “Pueblo viejo de Belchite / ya no te rondan zagales / ya no se oirán las jotas / que cantaban nuestros padres”. Con esa “perfomance” y un selecto servicio de ambigú el triunfo estará asegurado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ni murieron 5.000 personas en la batalla de Belchite, ni el pueblo quedó destruido. Antes de publicar hay que investigar y después ser un poco más prudente en las valoraciones que se hacen, pues aún así puede uno equivocarse.

José Ramón MIRANDA dijo...

No, el pueblo quedó intacto. Por eso hicieron otro. A otro perro con ese hueso.