Cristóbal Montoro ha afirmado hoy
que “estamos en los estertores de la recesión”, durante el debate en el pleno
del Congreso sobre los objetivos de estabilidad presupuestaria. En España hemos
pasado de los negocios en las empresas industriales a los negocios en los
“pelotazos”. No se montan factorías capaces de crear empleo sino que, por un
lado se mueve el dinero en negocios financieros que son humo y, por el otro, se
alimenta al monstruo de la deuda pública. En el Ibex 35 entra y sale dinero en
cuestión de minutos, lo que viene a decir que un especulador es accionista y
deja de serlo en ese tiempo. Pero las empresas que sirven de soporte a tales
especulaciones no crean riqueza. Mueven deuda anotada. En consecuencia, visto
lo visto, el Gobierno pretende hacer un Estado de servicios, donde todo el
mundo sea camarero, pinche de cocina o animador de fiestas veraniegas para
diversión de los turistas extranjeros. La bajada de paro en 127.248 personas,
según datos de Empleo, durará lo que dure el verano, puesto que ahora se
contratan trabajadores eventuales para la hostelería. Es una euforia, por
tanto, para ser cogida con alfileres.
Mientras, Montoro informa de que “seguimos
en la política de austeridad porque es la que nos está sacando de esta crisis”.Y
se ha quedado tan ancho el tío. ¿Por qué no cuenta que la deuda pública de
España supera el 87,8% del PIB? ¿Por qué no aclara que ahogar al
ciudadano no es la medida acertada para salir de la crisis? ¿Por qué no informa
que la actual “deuda pública” es, en gran parte, “deuda privada” derivada de la
burbuja inmobiliaria? Cuando llegó la burbuja, la banca y las cajas de ahorro
no pudieron hacer frente a sus deudas contraídas y se “solucionó” de la forma
más despreciable, es decir, modificando la Constitución,
socializando esas pérdidas comprando activos tóxicos, creando un banco malo,
etcétera. La reforma exprés de la Constitución, concretamente el apartado número 3
del artículo 135, con los votos de PP y PSOE, quedó redactado así: “…los créditos para
satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las
Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus
presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta. Estos créditos no podrán
ser objeto de enmienda o modificación, mientras se ajusten a las condiciones de
la Ley de emisión…”;
es decir, en caso de crisis de iliquidez, antes se atenderá al pago
de los intereses y capital de la deuda contraída que el pago de pensiones,
seguros de desempleo, devoluciones de IRPF, pago de sueldos a
funcionarios, Sanidad, Educación, etcétera. Lo que equivale a decir que antes
cobrará el tenedor de bonos alemán que el jubilado español. Como leía hoy en
“Gurusblog”, “simplemente [refiriéndose a Zapatero y Rajoy] han entregado
España a los acreedores, y lo han hecho con nocturnidad y alevosía, (…) es lo
más cercano que conozco a un golpe de Estado y alguien debería demandar a los
congresistas que votaron sí, por traición a la patria”. Goebbels dejó 11
principios de propaganda. El sexto de esos principios hacía referencia a la
vulgarización. Y decía: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel
al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande
sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar.
La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa;
además, tienen gran facilidad para olvidar”. Y Montoro, según parece, nos ha
tomado por tontos.
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