La noticia es que el Príncipe ha
presidido la entrega de despachos en la Academia General
Militar de Zaragoza en ausencia del Rey. Bueno, algo normal que ocurre todos
los años y que merece unas líneas en la prensa diaria. Pero este año ha sido
diferente en algo. Este año, digo, en la tribuna destinada a espectadores y
familiares al acto, atentos todos ellos a la ceremonia de los nuevos oficiales
del Ejército, se encontraba el exteniente coronel de la Guardia Civil Antonio
Tejero Molina, el golpista el 23 de febrero de 1981 cuya foto pistola en mano
en la tribuna del Congreso dio la vuelta al mundo. Para la prensa extranjera
había penetrado en las Cortes un militar portando una montera sobre su cabeza.
Todo más folclórico que lo acontecido con Pavía. Para cierta prensa extranjera,
digo, sólo se echaba en falta la ausencia de un “pablorromero” y los acordes del
pasodoble “Amparito Roca”. Este hombre, que pasó por la AGM cuando contaba 19 años,
sería condenado por esos hechos a 30 años de reclusión por delito de rebelión
militar. En prisión supo aprovechar el tiempo. Desarrolló su afición por la
pintura, escribió sus memorias, aprendió idiomas y cursó la carrera de Geografía
e Historia. En la actualidad se dedica a cultivar aguacates. El motivo de su
visita a la AGM
hoy ha sido con ocasión de poder participar en la entrega de despacho a uno de
sus nietos. En marzo de 1981, ya en prisión, escribió una “histórica” carta que
sería publicada por el diario ABC. Casi al final de la misma, afirma: “Yo me he
declarado responsable de todo. Yo ordené los disparos. Yo ordené a todo el
mundo que se tumbara en el suelo. Yo distribuí y ordené los servicios y los
vigilé. Mi fuerza sabe que conmigo no se juega, y en mi poder está ese
documento que exime de responsabilidades a guardias, cabos y suboficiales.
¡Señores, soy el único responsable de lo sucedido dentro de las Cortes!”. Treinta
y dos años y medio más tarde, vemos a un Antonio Tejero en una tribuna y en
un acto presidido por el príncipe de
Asturias. Todo tiende a la estratificación. También la Historia. Lo sucedido
aquella malhadada tarde en el Congreso parece que hubiese sucedido en tiempos
de los dinosaurios.
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