Hasta la factoría de condones “Control” se marcha
de España. Antes lo había hecho “Dúrex”
y no pasó nada. El sur de Europa, querámoslo o no reconocer, ya no es lo que
era. Primero terminamos con el botijo autóctono, que sudaba en un rincón oscuro
sobre un plato y daba un agua fresquísima; después, con la siesta por aquel
principio lanzado desde la
Patronal de producir más y ganar menos; y ahora, ¡manda
carallo!, los condones españoles se fabricarán en Tailandia a menor coste. Y es
que por estos pagos está resultando harto complicado pretender tener intimidad
en la alcoba y a la vez pensar en cómo pagar la hipoteca. Por eso, quizás, la
fábrica Tecnilátex (filial de Artsana Group) ha decidido marcharse de Alcorcón. Justifican su decisión basándose en balances y
datos estadísticos; es decir, que ‘la producción de preservativos en la fábrica
de Tecnilatex de Alcorcón se ha reducido un 37,4%, con un descenso de su
facturación del 12,8%’. Con las multinacionales siempre pasan estas cosas.
Recuerden cuando un día de marzo de 1994 la multinacional norteamericana Guillette,
fabricante de las cuchillas de afeitar “Filomátic”, decidió casi por sorpresa
desprenderse de la única factoría existente en España, en Alcalá de Guadaíra.
No tuvo empacho en poner en la calle a
246 trabajadores pese a que sólo un año antes, en 1993, Guillette
Española había alcanzado unos beneficios brutos de 700 millones de pesetas.
Algunos todavía tienen en la cabeza el anuncio de televisión de aquellas maquinillas
de afeitar “Filomátic”, en las que Miguel Gila decía aquello de “¡da un
gustirrinín…!”. Lo que ahora hace falta
saber es si las tallas asiáticas son homologables a las españolas, aunque yo
creo que los del Sur siempre exageramos
cuando hacemos referencia a los chismes de mear. Recuerden “Un burdo rumor”, de
Javier Krahe, cuando canta aquello de “No sé tus escalas por lo tanto eres muy dueña / de ir por ahí
diciendo que la tengo muy pequeña. / No está su tamaño, en honor a la verdad, /
fuera de la ley de la relatividad”. En fin, ya inventaremos algo para corregir
las posibles deficiencias perimetrales, si es que existieran. A una mala, siempre
nos quedará el método “Qigong” que consiste en hacer ejercicios de respiración
para agrandar el pene, dirigir la energía hacia esa zona y hacerlo casi de
acero. Se cuenta que su inventor, el maestro Tu Jin Sheng, ató con un pedazo de
tela su miembro a un camión y lo arrastró varios metros. Después, como para
coronar la hazaña, un asistente le pegó una patada entre las piernas, hecho que
lo dejó sin respiración, o sea.
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