Ayer, 23 de julio, El Periódico
de Aragón publicaba que “Calatayud niega cobijo a los miembros de una marcha
antidesahucios a Bruselas”, para seguir contando a los lectores que “los siete
miembros de la plataforma Stop Desahucios de Andalucía que realizan la marcha
entre Córdoba y Bruselas tuvieron que variar ayer sus planes. Al entrar en la
provincia de Zaragoza tenía previsto alojarse en Calatayud, pero el alcalde del
municipio, el popular José Manuel Aranda Lassa, ni siquiera los recibió. Los
activistas, de edades comprendidas entre los 20 y los 60 años, han recorrido ya
23 pueblos y en ninguno les había pasado nada similar”. Personalmente no
acababa de entender que una ciudad tan acogedora como es Calatayud hubiese
podido negar cobijo a los siete miembros de esa plataforma. Y como no acababa
de entenderlo, a punto estuve de escribir en contra de la actitud de ese
alcalde. Me alegro de no haberlo hecho, porque me hubiera equivocado. A José
Manuel Aranda, aunque no le conozca personalmente, le tengo estima. He leído un
cuestionario que le hizo el 28 de marzo de 2011 la Comisión de Formación de
PP donde contaba que sentía placer escuchando la canción “Yesterday”, viendo el fresco “El Juicio Final” de la Capilla Sixtina, las películas
de Hitchcock, y degustando y bebiendo tortilla de patata y un buen vino tinto.
Con esas aficiones, casi todas compartidas, José Manuel Aranda ya merece todos
mis respetos. Pero hoy leo en ese mismo diario que “el primer edil no pudo
cobijar a los antidesahucios” el pasado lunes. El motivo, y eso me alivia, fue
que esos “siete magníficos” peatones no se presentaron en el Ayuntamiento y que
“tampoco le llegó (a la
Alcaldía) ningún correo ni ningún fax de la Plataforma Stop
Desahucios”. Ahora recuerdo que en “El Juicio Final”, además del Cristo, María,
san Pedro, san Pablo, san Andrés, san Bartolomé, el propio Miguel Ángel, que
pintó su cara en la piel despellejada del mártir, santa Catalina, san
Sebastián, san Lorenzo y san Blas, detrás de ellos, digo, se encuentra un grupo
de ángeles con sus 7 trompetas, aunque en el cuadro aparecen 8, y otros dos
ángeles sostienen el Libro de la
Vida y el Libro de la Muerte.
Más abajo la multitud. No hay nada como leer los “Minutos
Menarini” cuando no se dispone de posibles para viajar hasta el Vaticano, como es mi caso.
Calatayud es una ciudad abierta y a nadie se le niega cobijo. Creo la versión
contada por José Manuel Aranda y no tengo nada más que añadir.
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