En su último artículo de opinión
en “El Imparcial”, Anson elogia a
Hermann Tertsch y señala que “es uno de los columnistas más lúcidos del
periodismo español”. Posiblemente esté en lo cierto. Así será si a Anson así le
parece. Como en la obra
de Luigi Pirandello, “Así es si así os parece”, donde a una pequeña capital de provincias llega un funcionario, el
señor Ponza, un hombre misterioso y oscuro que guarda un secreto. Por la ciudad
se corre la voz de que obliga a vivir separadas a su mujer y a su suegra, y que
no permite entre ambas ningún tipo de contacto. En el Partido Popular también
existe un extesorero, un señor Ponza hoy entre rejas, que guarda un gran
secreto en sus libros de teneduría; y Rajoy, víctima de un ataque de histeria
contenida y con el rabo de paja, da la sensación de que intenta por todos los
medios que los barones de su partido permanezcan como una piña junto a él y
distanciados de los espectros de Aznar, ese Ave Fénix que siempre resurge de
sus cenizas, eso sí, por el bien de España, y de Esperanza Aguirre, la arpía de
garras afiladas situada a la puerta de los infiernos. Escribe Anson:
“Tiene razón Hermann Tertsch. Las últimas encuestas son incuestionables. Si la
catástrofe anunciada por Bárcenas se produce, en unas elecciones generales,
hoy, ganaría el Partido Popular pero no gobernaría. Reducido el PSOE a 110 o
112 escaños, se formaría un Gobierno de Frente Popular con los socialistas, los
comunistas de Izquierda Unida y la extrema izquierda radical de ERC y BNG. No
hace falta decir lo que supondría para la estabilidad española un Gobierno de
estas características, sometido además a los tirones de los partidos
nacionalistas vasco y catalán, PNV y CiU”. Esos barruntos de catástrofe (para
el PP, naturalmente) son evidentes y sólo comparables con aquellos
presentimientos desfavorables que tuvo Churruca aquel 21 de octubre de 1805,
según narra Pérez Galdós, antes de iniciarse la batalla de Trafalgar. Lo que no
acabo de entender es el motivo por el que Anson compara un posible Gobierno de
izquierdas mediante coaliciones de partidos con el Frente Popular. Anson
considera, según se desprende de su descarrilado comentario, que un posible
triunfo de la Izquierda
que pudiese mandar a la oposición al hoy todopoderoso PP, pudiese retrotraernos
a los más oscuros años 30 del siglo pasado. A mí no se me ocurre, ni por asomo,
comparar la trayectoria del partido del Gobierno del PP con la CEDA, gestada durante el
primer bienio de la Segunda República
por Herrera Oria, entonces director de El Debate, ni a Mariano Rajoy con José
María Gil Robles. Anson está en la creencia
de que, cuando las cosas hayan empeorado tanto que ya no es posible que
salgan peor, se repetirá el ciclo. A mi entender, lo que a Anson le preocupa en
realidad no es una federación de partidos de izquierda para formar Gobierno,
sino un nuevo “Pacto de San Sebastián”. Está claro, señor Anson, ilustre
miembro de la Real Academia,
que podemos construir una España a prueba de bombas, pero no a prueba de bobos.
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