El “yintoni” está de moda. Como
se te ocurra ir a un bar de pijos y pidas una caña estás copado. El camarero de
la barra te mirará como si fueras en busca de trabajo temporal. Aquí, por cambiar, ya se ha cambiado hasta el
patrón de la Hostelería.
¿He dicho patrón? Bueno, perdonen, he querido decir patrona. Hasta hace poco
tiempo la patrona de la
Hostelería era santa Marta, no por la ciudad colombiana que
tiene tren pero no tiene tranvía, ni por Marta Ferrusola, la esposa de Jordi
Pujol, que funciona sin trole y sin catenaria, sino por Marta, la de Betania, la
hermana de María Magdalena y de Lázaro, que no estaba muerto, que no, que
estaba tomando cañas, y que un día
invitó a Jesús a tomar un tentempié. Hay que pedir un “yintoni” en copa de
balón, como debe ser. Ahora hay cursos para aprender a hacer “yintoni” con la
maestría de Perico Chicote. La ginebra no sé, pero la tónica, esa bebida que
inventó un tal Jacob Schweppe, que no era barman sino joyero, incluye quinina,
que combate el paludismo pero no las paletadas de los seguidores del nuevo
patrón de los bares: san Bar-tolo, que es un intento de la empresa americana
“Coca-cola” para sacar –dicen- de la crisis a los bares españoles. Pero, ¿qué
crisis? ¡Si no existe otro país europeo en el que haya más bares por metro
cuadrado! Ni san Bar-tolo ni leches. Esa empresa de refrescos americana no tuvo
bastante con cambiar el verde por el rojo en el traje de Santa Claus, que ahora
pretenden que el 29 de junio sea el día grande en España. Los americanos, ya se
sabe, son capaces de cambiar el Santoral a base de Twitter. Comprendo que los
negocios hosteleros están de capa caída por culpa de la crisis económica, pero
no hay que echar más leña al fuego. El último Consejo de Ministros acaba de
subir de 500 a
1.000 euros la multa por rebasar las tasas de alcoholemia al volante, además de
los 6 puntos de quita en el permiso de conducir. Ya existen guías para hacer el
“yintoni” perfecto, como el de Ana Lorente y Sara Cucala, y se sabe cuáles son las
ginebras más adecuadas: Bombay Sapphire, Hendrick´s, Citadelle, Tanqueray… Vamos,
todo un curso de postgrado. El español
aprende pronto, ya que sabe de todo, de catas de vinos, de frenos de
locomotoras, de la función de los flaps en los aviones, de aceites, de los
mejores productos de “Hacendado”, de lo
que sea. Lo sabe todo, digo, y lo que desconoce lo consulta en internet, que es
como el “Pons” para los médicos de familia.
--Camarero, un yintoni, por
favor.
--¿Con Tankeray y limón salvaje
de la huerta del Júcar?
--Bueno.
--Qué calor, eh.
--¡Y qué¡
--No, nada.
--¡Ah…¡
El yintoni hay que tomarlo a
pequeños sorbos, en mesa de velador y con noche estrellada, para que se
propague el sosiego y no se enoje el
funcionario de la ventanilla de la oficina de las tripas, o sea.
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