En este vodevil ya tenemos a tres
personajes en escena, al bueno, al feo y al malo. El bueno es Rajoy, que parece
vivir en el planeta Marte; el feo es sin duda alguna Rubalcaba, que, como dice
Marcello, parece sacado de una viñeta del “Jaimito”; y el malo es Bárcenas, que
está tirando de la manta para regocijo de Pedro J. Ramírez, el animador de la
fiesta. Comentaba días pasados Jesús Cacho en “Vozpópuli” que existe el rumor
de que ya está en marcha la “Operación Tijera”. Dice Cacho que “cuentan en la Cuesta de las Perdices que
el acuerdo a tres bandas –PP, PSOE y Zarzuela- está en marcha y ya tiene
nombre: ‘Operación Tijera’. Se trata de rebajar hasta una dimensión controlable
el tamaño de tres escándalos cada uno de los cuales, por sí solo, podría
llevarse por delante un Régimen: el caso Bárcenas, el asunto de los ERE
andaluces, y la pesadilla del yernísimo Iñaki Urdangarin. Para cada
uno de ellos se estaría en el diseño de soluciones a la carta, que incluirían
en algún caso cómodas estancias en prisión con salida y dinerito garantizado”.
(…) “La estrategia del presidente y su equipo parece clara: atrincherarse en la
mayoría absoluta -el auténtico rompeolas de este Gobierno- y darle hilo a la
cometa. Poner sordina al escándalo y dejar pasar el tiempo. A las puertas de
las vacaciones de verano, el Ejecutivo celebrará su último consejo de ministros
el viernes 2 de agosto, antesala de plácidos atardeceres en Doñana. Y
septiembre podría venir cargado de promesas de tiempos nuevos: una buena
temporada turística; los primeros síntomas de recuperación económica, y tal vez
incluso la concesión a Madrid de los JJOO de 2020 (manifestación de la
insensatez y la corrupción de una oligarquía que, con el país cayéndose a
pedazos, sigue pensando en fiestas y festejos que inevitablemente se traducirán
en más deuda pública)”. Yo no sé qué se cuenta en la Cuesta de las Perdices, es
decir, ese tramo de la carretera de La Coruña que va desde Puerta de Hierro hasta el
Hipódromo de la Zarzuela,
donde estuvo el frente de batalla durante la guerra civil y donde los
madrileños pijos acudían a probar la potencia del coche recién comprado. Los
ciudadanos sólo intuimos que se está llegando al final del bipartidismo y,
también, al final de la segunda Restauración borbónica. “Estamos -como dice Cacho- en el final del
viaje en el que a la muerte de Franco se embarcaron los dos grandes partidos mayoritarios, y la
propia Corona como guinda del pastel. Es la descomposición de un Régimen”. (…)
“La España
de Alfonso
XIII perdió el rumbo en 1909, se hundió en 1912 y derivó
hacia el caos en 1917, para terminar en el desastre de Annual”. (…) ”En este
clima se fraguó el golpe de Primo de Rivera, que terminaría
llevándose por delante la
Monarquía”. Algunos malpensados –de la Cuesta de las Perdices, de La Alpujarra, de Las
Encartaciones y de los Monegros- todavía no saben a qué fue, en realidad, el
Rey a Marruecos, además de lo que ya nos han contado sobre economía, la
hermandad de dos pueblos vecinos, la “transición marroquí a la española” y
todas esas lindezas. ¿Acaso está preparando el Rey un supuesto exilio de oro?
No sé, no sé… De momento García-Margallo ha dicho que “Rajoy hablará cuando lo
crea oportuno, para calmar los ánimos de los ciudadanos”. Oiga, Margallo, usted
habla por boca de ganso. Los que tienen que tranquilizarse, en todo caso, son
Rajoy y su comparsa. Repetir en público lo que otros dicen en privado, como los
gansos, no consuela ni a los lerdos. Los gansos, ya se sabe, cantando uno,
cantan todos. Pero aclarar las cosas ya es harina de otro costal. Y en eso
estamos.
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