Yo no sé por qué razón se mosquea
la gente. En La Moncloa
se acaba de sellar el Pacto por la Sostenibilidad y la Calidad del Sistema
Nacional de Salud, que suena hasta bien. Parece que con ese “pacto-analgésico”
deberían desaparecer de inmediato los males patrios, que son muchos. Pero no.
Eso de las nuevas estrategias para impulsar la gestión clínica equivale a decir
que los enfermeros podrán prescribir determinados fármacos, hasta ahora sólo
permitido a médicos y odontólogos. Y digo que yo no sé la razón por la que se
mosquea la gente ante esa nueva situación que deroga la Ley del Medicamento de 2006.
Cuando uno acude a la oficina de Farmacia y desea hacer una consulta sobre un
dolor que persiste en un oído o en una pierna, lo normal sería que dolorido
ciudadano consultase con el farmacéutico
sobre qué remedio podría paliarle tal padecimiento sin tener que acudir
a consulta médica ambulatoria. Pero lo normal en estos casos es que el que da
consejos no es el farmacéutico que, curiosamente, siempre ha salido un momento
para hacer una gestión, rellenar el
boleto de la primitiva, o tomar su tercer café en el bar de costumbre y, ya de
paso, echar un vistazo a los obituarios que aparecen en la prensa regional.
“Vaya -piensa mientras lee-, a Paco, el de la tienda de novelas, no le sentó
del todo bien el ácido alendrónico; y a
Gómez, el de los ultramarinos, le fue fatal la toma de “Septrin Forte”. Pero,
mientras, el mancebo de botica resabiado, se explaya lanzando carrete al
sufrido cliente, que le observa ensimismado y de forma parecida a cuando yo le cuento a mi nieta Candela, que
sólo tiene dos años, la extraña
personalidad del Sacamantecas. Día llegará, a este paso, que no será necesario
que el enfermero de turno expenda recetas como el que confecciona vales para
que el indigente pueda tener derecho a
comer la sopa de conventos. No tardando mucho, ya se encargará la ministra Mato
de confeccionar otro nuevo Pacto de Sostenibilidad para que sea la limpiadora
del hospital la que se encargue de esas cuestiones burocráticas. A fin de
cuentas, el Sistema Nacional de Salud está muy relacionado con la higiene y
nadie como ella, la encargada de la escoba y la fregona, para administrar
“Fairy” en el cubo del agua y penicilina en los baldados cuerpos. Todo sea en
beneficio de la sostenibilidad del sistema sanitario y a mayor gloria de
Mariano Rajoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario